UN GORDO BUENO
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Jueves 12 de noviembre – Día Mundial de la Obesidad
“Cuanto más engorda uno, más prudente se vuelve. Prudencia y barriga son dos cosas que crecen simultáneamente.” -CHARLES DICKENS, escritor británico.
No estoy gordo, simplemente –para los envidiosos- es que quiero ser modelo para una obra del maestro Fernando Botero. -RUBÉN DARÍO FRANCO NARVÁEZ – SONRÍA, SONRÍA, SONRÍA… CON AMOR Y ALEGRÍA, AGRADECIENDO UN DÍA MÁS DE VIDA.
OBRA 12
DURACIÓN: 11.12
LUGAR DE PRESENTACIÓN: RESTAURANTEN LA RUANA- Dirección: Carrera 13 No. 12-08, Pereira, Risaralda
Número de espectadores: 30 (Invitación exclusiva para hombres que sobrepasan 150 Kilos, cachetones y barrigones)
DÍA: jueves 11-12/ 2020. Hora: 11-12 de la noche.
TÍTULO: “UN GORDO BUENO”
AUTOR: RUBÉN DARÍO FRANCO NARVÁEZ (Católico).
SÍNTESIS
Toda la gente te tiene loco/ Porque estas gordo que gordo estás/ No comas tanto cuídate un poco/ Si no paras vas a reventar…
Soy gordo, pero no lo suficiente porque apenas estoy pesando 160 kilos, y como demasiado siendo consciente de lo que no mata engorda. Si usted me mira bien se dará cuenta que estoy felizmente vivo. Esa es la envidia de los que se mueren de hambre. Esto de ser gordo es muy bueno, aunque tengamos que resistir burlas derivadas de la envidia de los flacuchentos. Me siento orgulloso de ser gordo, por eso saco pecho y barriga, el título de honor lo ganaron mis antepasados por allá en el lejano 1.610 cuando se inventaron la palabra latina “obesitas” que significa gordura o corpulencia.
Me contó mi tatarabuelo un reconocido historiador de la robustez, que su tastatarabuelo (decano de la Facultad de la gordura), le contó que antes que Colón descubriera a América en 1.492, la obesidad era signo de prosperidad y bienestar, evidenciando que tenías mucho dinero para comer, a pesar de que muchas personas estuvieran muriendo de hambre, Con mis escasos 160 kilos de pesos, me siento liviano. Como economista especializado soy un presupuesto y, por supuesto, estoy inflado.
ACTORES: RUDAFRA Y RUBÉN DARÍO FRANCO NARVÁEZ
NECESIDADES ESCÉNICAS: Tarima central. Una mesa ovalada, acompañada de dos cómodas sillas para sendos comensales. Utensilios completos de comedor. Dos bandejas paisas. Dos micrófonos aéreos. Cuatro altavoces situados estratégicamente. Pantalla gigante. Un computador portátil. Telón corredizo. Al frente, los treinta invitados (distribuidos en diez mesas, con tres puestos cada una).
TEXTO:
Toda la gente te tiene loco/ Porque estas gordo que gordo estás/ No comas tanto cuídate un poco/ Sino paras vas a reventar/ Y vos decís que no comes nada/ Que desde el lunes vas a empezar/ Un nuevo régimen de pastillas/ Pero con eso no me engañas/ La pinta es lo de menos Vos sós un gordo bueno/ Alegre y divertido/ Sos un gordito simpaticón (bis)/ Toda la gente te tiene loco/ Porque estas gordo que gordo estas/ No comas tanto cuídate un poco/ Sino paras vas a reventar/ Footing esgrima no te interesa/ Tampoco el rugby y la natación/ Vos preferís un plato de ñoquis/ Tres de rabioles y un buen lechón/ La pinta es lo de menos/ Vos sos un gordo bueno/ Alegre y divertido/ Sos un gordito simpaticón (bis)…
Soy gordo, pero no lo suficiente porque apenas estoy pesando 160 kilos, y como demasiado siendo consciente de lo que no mata engorda. Si usted me mira bien se dará cuenta que estoy felizmente vivo. Esa es la envidia de los que se mueren de hambre.
Esto de ser gordo es muy bueno, aunque tengamos que resistir burlas derivadas de la envidia de los flacuchentos. Me siento orgulloso de ser gordo, por eso saco pecho y barriga, el título de honor lo ganaron mis antepasados por allá en el lejano 1.610 cuando se inventaron la palabra latina “obesitas” que significa gordura o corpulencia.
Me contó mi tatarabuelo un reconocido historiador de la robustez, que su tastatarabuelo (decano de la Facultad de la gordura), le contó que antes que Colón descubriera a América en 1.492, la obesidad era signo de prosperidad y bienestar, evidenciando que tenías mucho dinero para comer, a pesar de que muchas personas estuvieran muriendo de hambre,
Con mis escasos 160 kilos de pesos, me siento liviano. Como economista especializado soy un presupuesto y, por supuesto, estoy inflado.
Mi mayor ilusión es engordar más, hasta alcanzar los 200 kilos de peso, es decir que me pueda convertir un modelo preferido del maestro Fernando Botero
ACTO I
Se abre el telón
ESCENA I
Una mesa ovalada, acompañada de dos cómodas sillas para sendos comensales. Utensilios completos de comedor. Dos bandejas paisas. Dos micrófonos aéreos. Cuatro altavoces situados estratégicamente. Pantalla gigante. Un computador portátil.
Sentados a manteles: a la derecha RUBÉN DARÍO FRANCO NARVÁEZ (1.78 de estatura. Cachetón colorado. Ojos saltones. Camisa a reventar botones. Barrigón. Manos gruesas. 22 años de edad. Rostro sonriente. Cabello graso).
A la izquierda RUDAFRA (1.90 de estatura. Cara redonda. Ojos verdes. Panza prominente. Labios gruesos. Papada triple. 65 años de edad. Cabello canoso).
(Después de devorar, en solo tres minutos las bandejas paisas y sus respectivas tazas de mazamorra, se levantan de la mesa. Rubén Darío ejecutando la guitarra y Rudafra haciendo sonar las maracas, recorren todo el restaurante la Ruana bailando y cantando “La pinta es lo de menos” de Palito Ortega). Toda la gente te tiene loco/ Porque estas gordo que gordo estás/ No comas tanto cuídate un poco/ Sino paras vas a reventar/ Y vos decís que no comes nada/ Que desde el lunes vas a empezar/ Un nuevo régimen de pastillas/ Pero con eso no me engañas/ La pinta es lo de menos Vos sós un gordo bueno/ Alegre y divertido/ Sos un gordito simpaticón (bis)/ Toda la gente te tiene loco/ Porque estas gordo que gordo estas/ No comas tanto cuídate un poco/ Sino paras vas a reventar/ Footing esgrima no te interesa/ Tampoco el rugby y la natación/ Vos preferís un plato de ñoquis/ Tres de rabioles y un buen lechón/ La pinta es lo de menos/ Vos sos un gordo bueno/ Alegre y divertido/ Sos un gordito simpaticón (bis).
Se sientan nuevamente en la mesa, Piden en voz alta, al unísono: “Por favor dos bandejas paisas para los gorditos de la mesa número uno”. Rudafra oprime un botón de su computador, aparece en pantalla Nosotros somos gordos buenos. Rubén Darío oprime la tecla “suprimir” del computador y automáticamente cierra el telón.
FIN DEL ACTO I
ACTO II
Se abre el telón
ESCENA I
Una mesa ovalada, acompañada de dos cómodas sillas para sendos comensales. Utensilios completos de comedor. Dos bandejas paisas. Dos micrófonos aéreos. Cuatro altavoces situados estratégicamente. Pantalla gigante. Un computador portátil.
Sentados a manteles: derecha Rubén Darío Franco Narváez. A la izquierda Rudafra. En tres minutos consumen las bandejas paisas y sus respectivas tazas de mazamorra.
Rudafra: (Se limpia con una servilleta su boca y pregunta con voz ronca y cansada) Oíste pues hombre Rubén Darío, yo te veo muy flaco, pero muchos dicen que vos eres un gordo barrigón ¿qué opinas, pues de eso?
RUBÉN DARÍO FRANCO NARVÁEZ: (Oprime una tecla del computador y aparece en pantalla: “La pinta es lo de menos, yo soy un gordo bueno. Habla, con voz fuerte y alegre), Vea pues, hombre Rudafra, soy gordo, pero no lo suficiente porque apenas estoy pesando 160 kilos, y como demasiado siendo consciente de lo que no mata engorda. Si usted me mira bien se dará cuenta que estoy felizmente vivo. Esa es la envidia de los que se mueren de hambre.
Esto de ser gordo es muy bueno, aunque tengamos que resistir burlas derivadas de la envidia de los flacuchentos. Me siento orgulloso de ser gordo, por eso saco pecho y barriga, el título de honor lo ganaron mis antepasados por allá en el lejano 1.610 cuando se inventaron la palabra latina “obesitas” que significa gordura o corpulencia.
Rudafra oprime la tecla “suprimir” del computador y se cierra el telón.
FIN DEL ACTO DOS.
ACTO III
Se abre el telón.
ESCENA I
Una mesa ovalada, acompañada de dos cómodas sillas para sendos comensales. Utensilios completos de comedor. Dos bandejas paisas. Dos micrófonos aéreos. Cuatro altavoces situados estratégicamente. Pantalla gigante. Un computador portátil.
Sentados a manteles: derecha Rubén Darío Franco Narváez. A la izquierda Rudafra. En tres minutos consumen las bandejas paisas y sus respectivas tazas de mazamorra.
Rudafra (Se limpia la boca con una servilleta. Se apoya en la Mesa y hace retumbante esfuerzo para levantarse. Pregunta con voz ronca y cansada). Oíste hombre Rubén Darío: sí es cierto que antes que Cristóbal Colón llegará a América, con la Pinta, la Niña y la Santamaría, ¿la gordura era un signo de prosperidad?
Rubén Darío Franco Narváez (Oprime una tecla del computador y aparece en pantalla: “La pinta es lo de menos, yo soy un gordo bueno. Habla, con voz fuerte y alegre) Me contó mi tatarabuelo paterno (reconocido historiador de la robustez) que su tastatarabuelo (decano de la Facultad de la gordura), le pasó el chisme dizque antes que Colón descubriera a América en 1.492, la obesidad era signo de prosperidad y bienestar, evidenciando que tenían mucho dinero para comer, a pesar de que muchas personas estuvieran muriendo de hambre.
Con mis escasos 160 kilos de pesos, me siento liviano. Como economista especializado: soy un presupuesto y, por supuesto, estoy inflado. Mi mayor ilusión es engordar más, hasta alcanzar los 200 kilos de peso, es decir que me pueda convertir un modelo preferido del maestro Fernando Botero.
(Con voz fuerte) Mesero hágame el favor y me trae dos bandejas paisas y dos mazamorras para la mesa número uno. Oprime una tecla del computador y se cierra el telón.
FIN DE LA OBRA