POR EL ABOGADO, ESCRITOR, COLUMNISTA Y POLÍTOLOGO LUIS GARCIA QUIROGA.

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Columna del Abogado, columnista y Periodista, Luis Garcia Quiroga –  Notieje.com

Algo no anda bien en Risaralda cuando, según el director del Dane, Juan Daniel Oviedo, las estadísticas del Índice de Pobreza Multidimensional IPM, muestran que, en la reactivación socioeconómica de nuestro territorio, incluyendo Pereira, el sector público sólo ha invertido el 1% de los recursos mientras hay comunidades que “viven en condiciones de miseria en este departamento”.

Si. Es cierto que, como fortaleza, el Dane muestra que somos el quinto departamento con menos incidencia de pobreza, pero desde el análisis de los datos del 2021, la tendencia no es a mejorar. Hay toques de alerta y alarma que reclaman atención y prevención.

La dirigencia de Risaralda, es decir, gobernador, alcaldes, empresariado, concejales y la academia, deberían conocer el estudio Pulso País del Dane. Allí está al desnudo, la realidad social y económica del departamento que tanto decimos amar.

Oviedo pide a nuestra dirigencia, un mayor esfuerzo en la inversión para generar oportunidades, porque Mistrató y Pueblo Rico registran el 50% del IPM y 8 municipios de Risaralda están entre el 35 y 50% en el IPM. (condiciones educativas del hogar, condiciones de la niñez y juventud, salud, trabajo, acceso a servicios públicos domiciliarios y condiciones de la vivienda).

Nos debe preocupar que, en un departamento con tendencia al envejecimiento de la población, tres cuartas partes (75,4%), no cotiza a la seguridad social, al tiempo que dos terceras partes registre bajo logro educativo cuya brecha afecta con mayor énfasis al sector rural desconectado del acceso a la tecnología de internet.

En el caso de Pereira, Oviedo mostró las comunas de Villa Santana y Cuba están en el mapa de calor de las necesidades básicas insatisfechas (Dane) por cuenta de la ausencia del gobierno local. 

Por su seriedad profesional, rigor informativo y enorme capacidad para transmitir estadísticas y generar confianza y credibilidad en lo que dice, Juan Daniel Oviedo, se ha convertido en una figura descollante en medio de la mediocridad y los escándalos de los altos funcionarios del actual gobierno nacional y no son pocos los sectores que están pidiéndole al presidente Petro, que lo ratifique en el cargo.

Lo vimos durante dos horas en la Asamblea Departamental de Risaralda frente a un nutrido auditorio enfocado en la exposición que, en cifras, Oviedo hizo sobre la pobreza multidimensional y pobreza monetaria de nuestra gente, y también, poniendo de relieve nuestras fortalezas, por cierto concentradas en ciertas zonas y por tanto, generadoras de preocupantes brechas que ponen en grave riesgo a un sector muy vulnerable de nuestra sociedad que requiere una mirada diferente a la que hasta ahora le hemos dado.

El diputado Durguez Espinosa tuvo el acierto de tomar la iniciativa de invitar a Oviedo y quienes no asistieron, en Youtube el video del martes 14 de junio. Allí pueden escuchar y ver al detalle, e incluso admirar la cátedra que el director del Dane nos dio sobre el estado de arte de la brecha social en nuestro propio territorio.

Algunos críticos bien intencionados piden a nuestros mandatarios que saquen la plata de los bancos y la inviertan en la generación de oportunidades para la gente. En el caso de la gobernación, hay un informe oficial sobre $130 mil millones sin ejecutar, de ellos $60 mil millones de libre destinación.

No parece clara nuestra estrategia como ciudad y región para reducir estos y otros preocupantes indicadores de pobreza extrema, marginalidad y ausencia del Estado, lo que llama a la reflexión de nuestros líderes ahora que, con las elecciones regionales, se avecina otra ola de calor político.

Desde esta columna, creemos con seriedad y objetividad, que la campaña para elegir nuevo gobernador, alcaldes, concejales y diputados, debe enfocarse en las propuestas para solucionar nuestros problemas y no en la maniobras bochornosas para acabar con los contendores, tal como acaba de suceder con las presidenciales.

Que después no nos estemos dando golpes de pecho ni lamentando brotes de descontento y estallidos sociales de los que ya sabemos las consecuencias económicas y políticas.