Què tan Grave es el Desplome del precio Internacional del Cafè, dice Robertop Vèlez

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Roberto Vélez, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros

Roberto Vélez, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros

Sigue controversia por propuesta de IVA para toda la canasta familiar

Y no es para menos. De un precio promedio de US$1,60 por libra, en noviembre de 2016 se pasó a US$1,08 en julio de 2018, e incluso por debajo de un dólar (US$0,97) como sucedió el pasado 20 de agosto en la Bolsa de Nueva York.

Ello precipitó el valor de la carga del grano que se paga en Colombia a menos de $700.000, lo que ya tiene en apuros a las 540.000 familias cultivadoras.

Y como consecuencia de la caída del precio externo del café se estima que el valor de la cosecha en 2018 será de $1,5 billones menos frente al registrado en 2017, que fue de $7,5 billones.

El gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, afirma que la situación es muy preocupante porque tiene a Colombia enfrentando un verdadero dilema cuando precisamente buscaba seguir aumentando la producción y las exportaciones al resto del mundo.

¿De qué dimensiones es el golpe en los precios internacionales para los cafeteros colombianos?

Estamos muy preocupados. Esto ahonda una crisis que se venía ‘cocinando’ con el descenso de los precios internacionales. Ya llevamos casi un año de caída en las cotizaciones del grano las cuales se han venido poco a poco erosionando.

Estar ya por debajo de un dólar (por libra) eso es una vergüenza para la industria del café y para todos los que participan en ella.

No hay derecho a que se someta a los productores a semejante rigor económico. Pero debemos ser honestos: esta no es una crisis de Colombia, sino internacional, la cual no solo afecta a las 540.000 familias del país sino a otras 25 millones que cultivan café en el mundo.

Por eso vender café a menos de un dólar dejó de ser rentable. Ningún productor está en condiciones de asumir ese golpe, ni siquiera Brasil, país que ha estado favorecido por una devaluación gigantesca de su moneda, el real.

Se afirma que los verdaderos responsables o causantes de esta nueva crisis del café son los fondos de inversión y la especulación en los mercados. ¿Qué tan cierto es eso?

Es correcto. Lo primero a entender es que el mercado tiene una tendencia hacia abajo producida, asimismo, por una enorme cosecha récord de Brasil de 60 millones de sacos, más una de Vietnam que se recuperó y está casi en 30 millones de sacos, e igualmente otra de Centroamérica que empieza a superar los problemas de roya que tuvo hace cuatro años.

Eso dio una señal de mayor cantidad de café en el mercado, y los fondos de inversión y los especuladores de la bolsa se están aprovechando de esa coyuntura.

Ellos (los fondos) están tomando ahora la posición más larga de ventas (por contratos) de toda la historia, ya que tradicionalmente de negociar 30.000 lotes en promedio pasaron a 100.000 lotes o más. Eso ha exacerbado la tendencia de caída en los precios.

Pero al sector le ayudó mucho la tasa de cambio…

Una tasa de cambio por encima de $3000 por dólar fue positiva. Eso ha ayudado, no digo que aliviar, pero sí a acolchonar un poco la caída, de otra manera estaríamos en precios por debajo de los $600.000 por carga.

Sin embargo, la volatilidad de esta variable y su estrecha correlación con el comportamiento del precio del petróleo es una fuente de inestabilidad para los ingresos cafeteros.

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Con base en lo que está sucediendo, ¿qué más podría venir para los caficultores colombianos?

Son importantes varias cosas. Lo primero es que la institución cafetera no puede perder el norte y debe seguir trabajando en bajar los costos de producción, en la recolección asistida a través de máquinas —que vamos a lanzar pronto— y en elevar la producción por hectárea.

Lo segundo es que se necesita un apoyo por parte del Gobierno. De eso se habló con el ministro de Agricultura (Andrés Valencia) para definir un respaldo en materia de precios al año, de qué tamaño no sé, pero tiene que haber ese apoyo para el sector.

Sugiere que los cafeteros deben tener nuevos incentivos, o quizás una especie de salvavidas para enfrentar la crisis…

Debe haber una especie de incentivo o apoyo a los productores que permita llevar los precios a niveles que compensen los costos de producción, ya que si los mismos no se cubren es difícil salir de la crisis.
Vamos a ver de qué valor podría ser ese incentivo, pero en eso no me quiero adelantar.

De igual manera, se requiere una refinanciación de las deudas cafeteras, es decir, en los créditos —ojalá en los intereses— ya que es imposible pagarlos con los actuales precios.

O de pronto pasar esos intereses hacia adelante cuando las condiciones mejoren. También es indispensable un apoyo adicional a los programas de renovación cafetera, ya que en eso no debemos olvidar la brújula.

No le parece que esos incentivos podrían llegar tarde teniendo en cuenta que la olla en materia fiscal está hoy un poco raspada…

Vamos a mirar todo eso, pero lo cierto es que a nosotros ya nos llegó la candela. Vamos a ver qué espacio tiene el gobierno del presidente Duque. Esperamos también un apoyo en materia de fertilización de cultivos e insumos. Seguiremos a la expectativa sobre las próximas decisiones también en el Comité de Cafeteros donde tienen asiento el Ministro de Hacienda y la Directora del Departamento de Planeación Nacional.

¿Es factible o no, que los cafeteros del mundo se reúnan para conformar un bloque que permita enfrentar a los especuladores?

Es necesario hacer un llamado primero a todos los países productores para que analicemos la crisis conjuntamente para tomar decisiones.

Es un reclamo que le venimos haciendo a la industria multinacional (tostadora) para que se comprometa con nosotros a no pagar un precio por debajo del costo de producción, ya que lo otro es una vergüenza.
Son multinacionales sacándole hasta el último peso a los productores de café. Eso no debe seguir.

Mañana estaré en Brasil dialogando con las autoridades de ese país para analizar la situación de precios en el mercado internacional.

Asimismo, el 17 de septiembre se reunirá la Organización Internacional del Café, OIC, para sostener contactos en ese mismo sentido, ya que esta es una crisis que nos afecta a todos los productores.

Respecto a esa dura posición que usted menciona frente a los tostadores internacionales, ¿es posible un pacto de precios como lo hubo en el pasado?

Lo que sería muy positivo es un ordenamiento económico mundial donde participe toda la cadena de producción cafetera.

Está bien que a los señores de las cafeterías y a los importadores les vaya muy bien, pero que también los productores puedan cubrir sus costos para no cultivar a pérdida. Es la rentabilidad por lo menos la que se debe recuperar.

En otras palabras, los $700.000 que vale hoy la carga de café en el país, ya no sirven para nada…

Eso no sirve para nada. Necesitamos que la carga esté entre $800.000, $850.000 o $900.000.

Teniendo en cuenta la superproducción mundial del grano y los malos precios externos, no es arriesgado que Colombia supere los 14 millones de sacos…

Sigo pensando que aquí el objetivo es que Colombia debe tratar de mantener su producción del grano en alrededor de 14 millones de sacos.
Esa sigue siendo nuestra apuesta y en la que hemos venido trabajando. Nadie está pensando en aumentar producciones.

Llevamos ya tres años seguidos en 14 millones de sacos, y ojalá podamos estabilizar la producción colombiana en ese nivel.

¿Esta coyuntura, podría frenar de qué manera los programas de renovación de cultivos?

Tenemos una meta que está entre 85.000 y 90.000 hectáreas por año. Vamos un poco quedados en eso, aunque en el 2017 se cubrieron 72.000 hectáreas. En el 2018 estamos también algo quedados en esa meta, pero mejor que el año pasado. Ojalá podamos alcanzar las 80.000 hectáreas. Esperamos que las renovaciones grandes se hagan en el segundo semestre.

¿Qué tanto les ayudaría a los cafeteros, más que subsidios, una rebaja del impuesto sobre la renta?

Eso sería bienvenido. Soy un convencido de que necesitamos competitividad internacional en materia de impuestos.
Muchas empresas en el mundo están haciendo hoy lo mismo, pero si tienen menos gravámenes su competitividad será indiscutiblemente mayor a la nuestra.

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COLPRENSA