MEDALLA DE ORO PARNESIANA A UN BUEN HIJO DE PEREIRAPOR: POR RUBÉN DARÍO FRANCO NARVÁEZ, ESCRITOR, COLUMNISTA, COMUNICADOR SOCIAL PERIODISTA, PRESIDENTE PERIODISTAS DE RISARALDA PRI. Los pereiranos, representados por: selecta cúpula de la cultura; líderes cívicos; escritores, poetas, periodistas, historiadores, políticos; gobierno departamental; exalcaldes, exgobernadores; congresistas; deportistas; familiares y compañeros de logia, rodearon al intelectual Álvaro Zuluaga Ramírez en el homenaje donde le fue impuesta la Medalla de Oro Parnesiana por sus grandes aportes a la capital de Risaralda. Ama a su patria chica, como a su propia vida. Relata con fluidez hazañas pasadas; recopila producciones de nuestros escritores; distingue contribuciones en el desarrollo pereirano. Investiga, contrasta y escribe sobre el acontecer cotidiano, resaltando a mujeres y hombres que son orgullo de “La Ciudad sin puertas”. Álvaro Zuluaga Ramírez, ya superando la curva de los 65, se mueve -despaciosamente- cargando el peso de innumerables historias de su amada ciudad. El jueves 25 de agosto 2022 -a las diez de la mañana- en el Auditorio Pablo Oliveros de la Universidad Área Andina, dentro de la celebración de los 159 años de “La Villa de Cañarte”, el Parnaso Literario Eje Cafetero, brindó un justo homenaje al intelectual Álvaro Zuluaga Ramírez, exaltando sus méritos y aportes por salvaguardar la historia de Pereira. Los oferentes del reconocimiento: Martha Lucía Eastman Vélez (Presidente-fundadora) y Jaime Cárdenas Uribe (Miembro de Número del Parnaso Literario Eje Cafetero), reconfirman que Álvaro Zuluaga Ramírez es un motivador incansable en pro del desarrollo cultural, artístico y periodístico de la ciudad. Siguiendo el ritmo de los avances, dentro del Nuevo Orden Mundial, Álvaro Zuluaga Ramírez, circula con marca propia en las redes sociales; especialmente en Facebook, con 2.537 amigos, donde enfoca variados temas sobre política, economía, deportes, literatura y obras sociales en espacios locales, regionales, nacionales e internaciones. Ahí, en Facebook desde el 30 de junio del 2019, reúne a 10.900 miembros en torno a PEREIRA SUS AÑOS DORADOS, encabezando con una panorámica de Pereira Antiguo (Archivo del Museo Gráfico del Quindío). Seguidamente, plasma: “Esta página pretende rescatar del olvido: lugares, personajes, circunstancias y sucesos que han contribuido al desarrollo de nuestra Pereira del alma. No se admiten diatribas ni ningún comentario negativo que procure entorpecer el objetivo de la página”. Álvaro Zuluaga Ramírez es protagonista, de primera línea, en la vida de personajes ilustres de Pereira: Luis Carlos González, Jorge Roa Martínez, Padre Antonio José Valencia, doctor Javier Ramírez González, Martha Lucía Eastman Vélez, Lucy Tejada, Alba Lucía Ángel; cantantes, gobernadores, alcaldes, políticos de todas las vertientes, deportistas, escritores, periodistas, etc. Integrante de un sinnúmero de organizaciones; entre ellas: Academia Pereirana de Historia, Parnaso Literario Eje Cafetero, Sociedad Bolivariana de Pereira, etc. Un reconocimiento merecido para un verdadero pereirano que ama a su ciudad. En el extenso homenaje, intervinieron: Martha Lucía Eastman Vélez, Jaime Cárdenas Uribe, Padre Nelson Giraldo Mejía, Fernando Buitrago Montes, Alejandro García Ríos, Eliana Carmona Giraldo y los Serenateros del Páramo. “La Madrina de la Cultura” -Martha Lucía Eastman Vélez- con voz fuerte, brevemente esbozó los méritos de Álvaro Zuluaga Ramírez, para el reconocimiento unánime de los integrantes del Parmaso Literario Eje Cafetero. Jaime Cárdenas Uribe –miembro de número del Parnaso Literario Eje Cafetero- emotivamente leyó –tres cuartillas- de redacción poética, expresando –metafóricamente- en un frondoso árbol la vida del ilustre Álvaro Zuluaga Ramírez. El Padre Nelson Giraldo Mejía, consagrado historiador pereirano, en menos de dos minutos, realzó los aportes culturales de Álvaro Zuluaga Ramírez al progreso de su querendona Pereira. El arquitecto, historiador, poeta Fernando Buitrago Montes, haciendo gala de reconocido declamador internacional, intervino con una séptima de su propia inspiración: UN AMIGO DE VERDAD Si buscas un amigo, un amigo de verdad, No te fíes de apariencias, ni te dejes engañar, Busca siempre un hombre bueno, sincero y leal Que de cultura y de historia sea un bello manantial. Si buscas un amigo, un amigo de verdad, Búscate a Álvaro Zuluaga Un amigo sin igual. Fernando Buitrago Montes Parnaso Literario del Eje Cafetero Pereira, agosto 25 de 2022 *. El joven abogado Alejandro García Ríos –Congresista Colombiano- antes de hacer la lectura, explicó que el texto fue confeccionado a ocho manos y cuatro corazones; destacando, la participación de su querida mamá –escritora- Liliana Ríos que ha estado siempre vinculada a la buena marcha cultural de Pereira. Seguidamente, pausadamente, leyó: Álvaro Zuluaga Ramírez, forjado al ritmo de eventos tan propios de nosotros como lo fueron: El centenario de Pereira, la Villa Olímpica, la creación del departamento de Risaralda, en los cuales su temprana edad no le permitían ser protagonista, pero si testigo y aprendiz. Al ritmo del inquieto desarrollo regional, se anidaron múltiples emprendimientos como los Juegos Nacionales, de los cuales participó -no como deportista- pero sí, como un dinamizador local, promotor y guía de turismo. Álvaro, presente siempre en las lides del devenir cívico y dispuesto a aportar de sí lo mejor para llevar adelante gestas locales, encarna la pereiranidad, con esa vocación de servicio y búsqueda del engrandecimiento de la región que nos caracteriza. Así fue siempre, dicen los que lo conocen; presente en justas escolares, sociales y culturales; contribuyendo y departiendo. No le faltaron los ejemplos y la guía de sus seres queridos, igualmente emprendedores y rigurosos: salubristas, ajedrecistas, ingenieros civiles, diseñadores, calculistas, astrónomos, artistas, poetas, escritores, una larga lista de guías y gestores que le forjaron en el servicio a la comunidad. Aun cuando en su etapa universitaria vivió en Bogotá, Álvaro no se hace ajeno de la realidad regional y continúa participando de pautas y emprendimientos como la casa fiscal de Risaralda desde la capital. Al regresar a la región, ya con visión y experiencias propias, continuó vehemente en las ramas del conocimiento y el servicio, desde las logias, los gremios, sus círculos de amigos. Desde hace ya varios años, Álvaro ha sido un adalid de contar la historia de nuestra ciudad, compilando, investigando, departiendo y compartiendo conceptos, criterios y miradas. En Álvaro Zuluaga Ramírez reconocemos una persona entrañable y avizora del acontecer local, regional y nacional; en él tenemos un amigo incondicional. Álvaro es la representación de la palabra, del vocabulario, del lenguaje, tiene esa gran virtud de combinar y armonizar sus escritos, acompañados de esa gran inteligencia cultural e histórica con una memoria brillante. Es analítico, práctico, cálido, servicial y buen anfitrión, le encanta la cocina, la buena música, un buen libro acompañado de una copa de vino. El trasegar de su vida lo puedo resumir en una hermosa frase de la canción que interpreta María Martha Serra: “Porque viví, siempre viví…A mi manera”. Las palabras de justificación y agradecimientos, fueron pronunciadas –durante 17 minutos y 33 segundos- por el homenajeado intelectual Álvaro Zuluaga Ramírez: Mil gracias a todos por su amabilidad y deferencia al hacerse presentes en este reconocimiento que me llega al alma, a Marthica, a Jaime, a Ernesto a Carlos Eduardo y a Elsa Gladys, en fin a todos los que se confabularon mi perenne gratitud. Les voy a pedir una licencia inusual en este tipo de eventos y anticipo mis excusas, permítanme referirme a mí mismo en estas breves palabras, pero más que hacer una apología del homenajeado quiero hacerlo para explicarme porque estoy hoy en este lugar. Pertenezco genealógicamente a un cruce, como dirían los zootecnistas, de dos corrientes muy diferentes, por el lado paterno, los Zuluagas, una familia de fenicios con acendrada vocación comercial y por el lado materno, los Ramírez, una familia de atenienses, cultores del estudio y la formación académica, todos con excelentes logros en cada uno de sus campos. Algo raro tenía que salir de ese cruce. Hasta mis años de secundaria el horizonte no parecía ser muy prometedor, hacía parte de una generación que yo llamaría “los de la Fuente de Soda Bolívar”, un grupo de jóvenes mechudos cuyo único propósito era el de cortejar las niñas que tomaban el bus es-colar en la esquina de la plaza de Bolívar y desafiar a la sociedad con actitudes contestatarias sin ningún objetivo interesante. Pero la suerte, que me ha acompañado siempre, obviamente con una intencionalidad propia, me puso al frente a personajes muy singulares que me forjaron una vocación de vida. Inicialmente, fue (y es) mi primer referente cultural, Gustavo Orozco Restrepo, personaje a quien la ciudad aún le debe su justiciero homenaje, quien terminada su primera alcaldía decidió viajar a Europa y nos dejó como custodios de su exquisita biblioteca a mi hermano y a mí. Allí supe que más allá del Algebra de Baldor, la química orgánica y las tablas trigonométricas, existían otras fuentes del conocimiento de carácter más universal. Viajé por ese entonces a Bogotá para adelantar mis estudios universitarios y allí di mis primeros pasos en pro de una formación integral, con inusitada disciplina decidimos -con Jorge Marulanda- educar ese oído de artilleros que nos caracterizaba y nos vinculamos semanalmente, sacrificando los días viernes, al programa de conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional en el teatro Colón. Allí ofrecí mis primeras y bochornosas exhibiciones de la más absoluta ignorancia musical, mientras la orquesta hacía uno de sus intermezzos naturales yo rompía en aplausos ante la mirada extrañada de todos los asisten-tes… Descubrí entonces que el Maestro Otto de Greiff era otro miembro habitual de los conciertos y busqué un palco que quedara frente al suyo y en cuanto él abría las manos en señal de aplausos yo rompía –ahora sí- en rabiosa aclamación… A fuerza de encontrarnos en la cafetería durante los intermedios logré elaborar una tímida amistad con el maestro de Greiff y recuerdo que alguna vez ante una pregunta mía sobre un tema cultural me respondió: “me extraña paisita (así me decía él) que usted me haga esa pregunta cuando ustedes tienen en Pereira a la persona más ilustrada en ese tema en el mundo”, se refería a Benjamín Saldarriaga González (BESAGO) de quien yo jamás había tenido noticia… Después en las siguientes vacaciones vine a Pereira y le pedí a Gustavo Orozco que me contara su versión sobre el viaje a Europa y me invitó a la presentación de diapositivas que tenía programada para su amigo Alfonso Gutiérrez Millán, allí me sucedió otra vergonzosa circunstancia, después de siete horas de exquisita ilustración me di cuenta que la única participación que yo había tenido era la de mirar a cada lado como en cualquier partido de tenis sin poder aportar nada, le pregunté entonces a Gustavo cómo podría conocer sobre el tema y me recomendó conseguir la Historia de Grecia de Heródoto y leer los Doce Césares de Suetonio, el mechudo de la Fuente de Soda Bolívar no daba su brazo a torcer… Años después, una vez casado, ya en ejercicio de mi actividad profesional, me fui a vivir al Bosque Izquierdo, frente a la Casa de Risaralda, en Bogotá, y me impuse el compro-miso de salir a caminar por el barrio a la madrugada, 5:30 a.m., encontrándome todos los días con un par de señores (viejitos) que hacían lo mismo a la misma hora, a fuerza de encontrarnos cotidianamente al cabo de tres o cuatro meses ya nos saludábamos y nos hacíamos compañía, la suerte vuelve a aparecer en mi vida, los dos señores eran nada más y nada menos que dos cancilleres de la república, Alfredo Vásquez Carrizo-sa, hijo de Vásquez Cobo el caudillo de la guerra con el Perú e Indalecio Liévano Aguirre uno de los más acuciosos biógrafos del Libertador Simón Bolívar. De su mano ingresé a la Sociedad Bolivariana de Colombia y obtuve muchos de los primeros documentos bolivarianos de mi biblioteca. Con engreída petulancia viajé a Pereira en mis siguientes vacaciones y le avisé a mi al-ter ego cultural, Gustavo Orozco, que yo era miembro de la Sociedad Bolivariana de Colombia y que yo era experto en Bolívar, a lo cual me respondió con tres preguntas que sólo su sarcasmo podría derribar el falso pedestal que yo me había inventado, me dijo: “Ahhh, Bolivariano, y que piensas de la Traición de Puerto Cabello? Qué opinión te merece el decreto a muerte de 1813? Qué te parece el Cuarto Poder proclamado en el Congreso de Angostura? Ante mi angustiado silencio y con vergonzosa humildad tuve que regresar a Bogotá y seguir avanzando en mis precarios estudios bolivarianos. A mediados de la década de los 80´s mi pariente inolvidable, Augusto Ramírez Barrera, verdadero gestor del viaducto, obra que debería llevar su nombre, con el beneplácito de la Junta Directiva, decidió ponerme al frente del gremio de constructores y fui nombrado gerente de Camacol Risaralda por lo cual regresé definitivamente a ésta mi ciudad natal. A la par con mis compromisos profesionales fui ingresando en el desconocido –para mí- universo de la cultura pereirana, y con la suerte de nuevo a mi favor, conocí al “Disco Duro” de las letras y las artes regionales, Jaime Ochoa Ochoa y me reencontré con “El Hada Madrina de la Cultura”, Martha Lucía Eastman Vélez, con ellos emprendimos la tarea de impulsar el sector cultural, por ellos conocí a Eduardo López Jaramillo, a Miguel Álvarez de los Ríos, a Héctor Escobar Gutiérrez, al mencionado Benjamín Saldarriaga González, y a muchos otros que se convirtieron en mis compañeros de viaje en esta maravillosa aventura cultural. Aparece también esa fabulosa escuela de crecimiento interior que me ha permitido compartir con personajes como Rubén Darío Sierra Montoya, Armando Barona Mesa, Jorge Valencia Jaramillo y muchos otros hermanos de la Masonería Universal que han contribuido invaluablemente en mi formación intelectual. En ese tiempo la casa editorial Diario del Otún, en cabeza de Javier Ignacio y Luis Carlos Ramírez Múnera, me solicitaron escribir mis opiniones y amablemente las publicaron por más de veinte años con unos reconocimientos que superan cualquier presupuesto, hasta un candidato a la presidencia, conocedor de mis columnas, me pidió hacer parte de su equipo electoral tarea que llevamos a feliz término. Ya después vendría la Academia Pereirana de Historia en buena hora dotada de una sede digna y representativa gracias a la confianza en mí depositada por la administración municipal y en la cual tuve la honorífica compañía, además de Martica y Jaime, de personajes de quienes nunca dejaremos de lamentar su ausencia como Ricardo Mejía Isaza, Jairo Giraldo Arango y Ricardo de los Ríos Tobón; la Sociedad Bolivariana hoy en manos cuyo acertado manejo le presagian un próspero horizonte; la página creada en una de las redes sociales “Pereira: SUS AÑOS DORADOS” en cuyo encabezado dice: “esta página pretende rescatar del olvido lugares, personajes, circunstancias y sucesos que han contribuido al desarrollo de nuestra Pereira del alma”, proyecto que empezó con un grupo de cuarenta amigos identificados en el amor por nuestra ciudad y hoy en día cuenta con una membresía de casi once mil personas esparcidas por el mundo entero; y nuestro Parnaso Literario del Eje Cafetero que me ha honrado con la única cadena perpetua que existe a pesar de la legislación colombiana, su presidencia, llevo más de cinco años al frente de sus destinos y los compañeros parnasianos insisten en mi permanencia en el cargo pero con reconocimientos como el de hoy suplen su atrevida generosidad y me impiden insistir en contrario… Finalmente queridos amigos, ya superando las dificultades de salud que han surgido durante el último año y que me exigen hacer públicos unos agradecimientos muy especia-les, primero a mi hijo Martín y su esposa Daniela, obviamente a mi familia encabezada por mis hermanos Ernesto, Martha Leonor y Germán, a mi tía Berta y s…
Luis Alberto FigueroaComentarios desactivados en MEDALLA DE ORO PARNESIANA A UN BUEN HIJO DE PEREIRAPOR: POR RUBÉN DARÍO FRANCO NARVÁEZ, ESCRITOR, COLUMNISTA, COMUNICADOR SOCIAL PERIODISTA, PRESIDENTE PERIODISTAS DE RISARALDA PRI. Los pereiranos, representados por: selecta cúpula de la cultura; líderes cívicos; escritores, poetas, periodistas, historiadores, políticos; gobierno departamental; exalcaldes, exgobernadores; congresistas; deportistas; familiares y compañeros de logia, rodearon al intelectual Álvaro Zuluaga Ramírez en el homenaje donde le fue impuesta la Medalla de Oro Parnesiana por sus grandes aportes a la capital de Risaralda. Ama a su patria chica, como a su propia vida. Relata con fluidez hazañas pasadas; recopila producciones de nuestros escritores; distingue contribuciones en el desarrollo pereirano. Investiga, contrasta y escribe sobre el acontecer cotidiano, resaltando a mujeres y hombres que son orgullo de “La Ciudad sin puertas”. Álvaro Zuluaga Ramírez, ya superando la curva de los 65, se mueve -despaciosamente- cargando el peso de innumerables historias de su amada ciudad. El jueves 25 de agosto 2022 -a las diez de la mañana- en el Auditorio Pablo Oliveros de la Universidad Área Andina, dentro de la celebración de los 159 años de “La Villa de Cañarte”, el Parnaso Literario Eje Cafetero, brindó un justo homenaje al intelectual Álvaro Zuluaga Ramírez, exaltando sus méritos y aportes por salvaguardar la historia de Pereira. Los oferentes del reconocimiento: Martha Lucía Eastman Vélez (Presidente-fundadora) y Jaime Cárdenas Uribe (Miembro de Número del Parnaso Literario Eje Cafetero), reconfirman que Álvaro Zuluaga Ramírez es un motivador incansable en pro del desarrollo cultural, artístico y periodístico de la ciudad. Siguiendo el ritmo de los avances, dentro del Nuevo Orden Mundial, Álvaro Zuluaga Ramírez, circula con marca propia en las redes sociales; especialmente en Facebook, con 2.537 amigos, donde enfoca variados temas sobre política, economía, deportes, literatura y obras sociales en espacios locales, regionales, nacionales e internaciones. Ahí, en Facebook desde el 30 de junio del 2019, reúne a 10.900 miembros en torno a PEREIRA SUS AÑOS DORADOS, encabezando con una panorámica de Pereira Antiguo (Archivo del Museo Gráfico del Quindío). Seguidamente, plasma: “Esta página pretende rescatar del olvido: lugares, personajes, circunstancias y sucesos que han contribuido al desarrollo de nuestra Pereira del alma. No se admiten diatribas ni ningún comentario negativo que procure entorpecer el objetivo de la página”. Álvaro Zuluaga Ramírez es protagonista, de primera línea, en la vida de personajes ilustres de Pereira: Luis Carlos González, Jorge Roa Martínez, Padre Antonio José Valencia, doctor Javier Ramírez González, Martha Lucía Eastman Vélez, Lucy Tejada, Alba Lucía Ángel; cantantes, gobernadores, alcaldes, políticos de todas las vertientes, deportistas, escritores, periodistas, etc. Integrante de un sinnúmero de organizaciones; entre ellas: Academia Pereirana de Historia, Parnaso Literario Eje Cafetero, Sociedad Bolivariana de Pereira, etc. Un reconocimiento merecido para un verdadero pereirano que ama a su ciudad. En el extenso homenaje, intervinieron: Martha Lucía Eastman Vélez, Jaime Cárdenas Uribe, Padre Nelson Giraldo Mejía, Fernando Buitrago Montes, Alejandro García Ríos, Eliana Carmona Giraldo y los Serenateros del Páramo. “La Madrina de la Cultura” -Martha Lucía Eastman Vélez- con voz fuerte, brevemente esbozó los méritos de Álvaro Zuluaga Ramírez, para el reconocimiento unánime de los integrantes del Parmaso Literario Eje Cafetero. Jaime Cárdenas Uribe –miembro de número del Parnaso Literario Eje Cafetero- emotivamente leyó –tres cuartillas- de redacción poética, expresando –metafóricamente- en un frondoso árbol la vida del ilustre Álvaro Zuluaga Ramírez. El Padre Nelson Giraldo Mejía, consagrado historiador pereirano, en menos de dos minutos, realzó los aportes culturales de Álvaro Zuluaga Ramírez al progreso de su querendona Pereira. El arquitecto, historiador, poeta Fernando Buitrago Montes, haciendo gala de reconocido declamador internacional, intervino con una séptima de su propia inspiración: UN AMIGO DE VERDAD Si buscas un amigo, un amigo de verdad, No te fíes de apariencias, ni te dejes engañar, Busca siempre un hombre bueno, sincero y leal Que de cultura y de historia sea un bello manantial. Si buscas un amigo, un amigo de verdad, Búscate a Álvaro Zuluaga Un amigo sin igual. Fernando Buitrago Montes Parnaso Literario del Eje Cafetero Pereira, agosto 25 de 2022 *. El joven abogado Alejandro García Ríos –Congresista Colombiano- antes de hacer la lectura, explicó que el texto fue confeccionado a ocho manos y cuatro corazones; destacando, la participación de su querida mamá –escritora- Liliana Ríos que ha estado siempre vinculada a la buena marcha cultural de Pereira. Seguidamente, pausadamente, leyó: Álvaro Zuluaga Ramírez, forjado al ritmo de eventos tan propios de nosotros como lo fueron: El centenario de Pereira, la Villa Olímpica, la creación del departamento de Risaralda, en los cuales su temprana edad no le permitían ser protagonista, pero si testigo y aprendiz. Al ritmo del inquieto desarrollo regional, se anidaron múltiples emprendimientos como los Juegos Nacionales, de los cuales participó -no como deportista- pero sí, como un dinamizador local, promotor y guía de turismo. Álvaro, presente siempre en las lides del devenir cívico y dispuesto a aportar de sí lo mejor para llevar adelante gestas locales, encarna la pereiranidad, con esa vocación de servicio y búsqueda del engrandecimiento de la región que nos caracteriza. Así fue siempre, dicen los que lo conocen; presente en justas escolares, sociales y culturales; contribuyendo y departiendo. No le faltaron los ejemplos y la guía de sus seres queridos, igualmente emprendedores y rigurosos: salubristas, ajedrecistas, ingenieros civiles, diseñadores, calculistas, astrónomos, artistas, poetas, escritores, una larga lista de guías y gestores que le forjaron en el servicio a la comunidad. Aun cuando en su etapa universitaria vivió en Bogotá, Álvaro no se hace ajeno de la realidad regional y continúa participando de pautas y emprendimientos como la casa fiscal de Risaralda desde la capital. Al regresar a la región, ya con visión y experiencias propias, continuó vehemente en las ramas del conocimiento y el servicio, desde las logias, los gremios, sus círculos de amigos. Desde hace ya varios años, Álvaro ha sido un adalid de contar la historia de nuestra ciudad, compilando, investigando, departiendo y compartiendo conceptos, criterios y miradas. En Álvaro Zuluaga Ramírez reconocemos una persona entrañable y avizora del acontecer local, regional y nacional; en él tenemos un amigo incondicional. Álvaro es la representación de la palabra, del vocabulario, del lenguaje, tiene esa gran virtud de combinar y armonizar sus escritos, acompañados de esa gran inteligencia cultural e histórica con una memoria brillante. Es analítico, práctico, cálido, servicial y buen anfitrión, le encanta la cocina, la buena música, un buen libro acompañado de una copa de vino. El trasegar de su vida lo puedo resumir en una hermosa frase de la canción que interpreta María Martha Serra: “Porque viví, siempre viví…A mi manera”. Las palabras de justificación y agradecimientos, fueron pronunciadas –durante 17 minutos y 33 segundos- por el homenajeado intelectual Álvaro Zuluaga Ramírez: Mil gracias a todos por su amabilidad y deferencia al hacerse presentes en este reconocimiento que me llega al alma, a Marthica, a Jaime, a Ernesto a Carlos Eduardo y a Elsa Gladys, en fin a todos los que se confabularon mi perenne gratitud. Les voy a pedir una licencia inusual en este tipo de eventos y anticipo mis excusas, permítanme referirme a mí mismo en estas breves palabras, pero más que hacer una apología del homenajeado quiero hacerlo para explicarme porque estoy hoy en este lugar. Pertenezco genealógicamente a un cruce, como dirían los zootecnistas, de dos corrientes muy diferentes, por el lado paterno, los Zuluagas, una familia de fenicios con acendrada vocación comercial y por el lado materno, los Ramírez, una familia de atenienses, cultores del estudio y la formación académica, todos con excelentes logros en cada uno de sus campos. Algo raro tenía que salir de ese cruce. Hasta mis años de secundaria el horizonte no parecía ser muy prometedor, hacía parte de una generación que yo llamaría “los de la Fuente de Soda Bolívar”, un grupo de jóvenes mechudos cuyo único propósito era el de cortejar las niñas que tomaban el bus es-colar en la esquina de la plaza de Bolívar y desafiar a la sociedad con actitudes contestatarias sin ningún objetivo interesante. Pero la suerte, que me ha acompañado siempre, obviamente con una intencionalidad propia, me puso al frente a personajes muy singulares que me forjaron una vocación de vida. Inicialmente, fue (y es) mi primer referente cultural, Gustavo Orozco Restrepo, personaje a quien la ciudad aún le debe su justiciero homenaje, quien terminada su primera alcaldía decidió viajar a Europa y nos dejó como custodios de su exquisita biblioteca a mi hermano y a mí. Allí supe que más allá del Algebra de Baldor, la química orgánica y las tablas trigonométricas, existían otras fuentes del conocimiento de carácter más universal. Viajé por ese entonces a Bogotá para adelantar mis estudios universitarios y allí di mis primeros pasos en pro de una formación integral, con inusitada disciplina decidimos -con Jorge Marulanda- educar ese oído de artilleros que nos caracterizaba y nos vinculamos semanalmente, sacrificando los días viernes, al programa de conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional en el teatro Colón. Allí ofrecí mis primeras y bochornosas exhibiciones de la más absoluta ignorancia musical, mientras la orquesta hacía uno de sus intermezzos naturales yo rompía en aplausos ante la mirada extrañada de todos los asisten-tes… Descubrí entonces que el Maestro Otto de Greiff era otro miembro habitual de los conciertos y busqué un palco que quedara frente al suyo y en cuanto él abría las manos en señal de aplausos yo rompía –ahora sí- en rabiosa aclamación… A fuerza de encontrarnos en la cafetería durante los intermedios logré elaborar una tímida amistad con el maestro de Greiff y recuerdo que alguna vez ante una pregunta mía sobre un tema cultural me respondió: “me extraña paisita (así me decía él) que usted me haga esa pregunta cuando ustedes tienen en Pereira a la persona más ilustrada en ese tema en el mundo”, se refería a Benjamín Saldarriaga González (BESAGO) de quien yo jamás había tenido noticia… Después en las siguientes vacaciones vine a Pereira y le pedí a Gustavo Orozco que me contara su versión sobre el viaje a Europa y me invitó a la presentación de diapositivas que tenía programada para su amigo Alfonso Gutiérrez Millán, allí me sucedió otra vergonzosa circunstancia, después de siete horas de exquisita ilustración me di cuenta que la única participación que yo había tenido era la de mirar a cada lado como en cualquier partido de tenis sin poder aportar nada, le pregunté entonces a Gustavo cómo podría conocer sobre el tema y me recomendó conseguir la Historia de Grecia de Heródoto y leer los Doce Césares de Suetonio, el mechudo de la Fuente de Soda Bolívar no daba su brazo a torcer… Años después, una vez casado, ya en ejercicio de mi actividad profesional, me fui a vivir al Bosque Izquierdo, frente a la Casa de Risaralda, en Bogotá, y me impuse el compro-miso de salir a caminar por el barrio a la madrugada, 5:30 a.m., encontrándome todos los días con un par de señores (viejitos) que hacían lo mismo a la misma hora, a fuerza de encontrarnos cotidianamente al cabo de tres o cuatro meses ya nos saludábamos y nos hacíamos compañía, la suerte vuelve a aparecer en mi vida, los dos señores eran nada más y nada menos que dos cancilleres de la república, Alfredo Vásquez Carrizo-sa, hijo de Vásquez Cobo el caudillo de la guerra con el Perú e Indalecio Liévano Aguirre uno de los más acuciosos biógrafos del Libertador Simón Bolívar. De su mano ingresé a la Sociedad Bolivariana de Colombia y obtuve muchos de los primeros documentos bolivarianos de mi biblioteca. Con engreída petulancia viajé a Pereira en mis siguientes vacaciones y le avisé a mi al-ter ego cultural, Gustavo Orozco, que yo era miembro de la Sociedad Bolivariana de Colombia y que yo era experto en Bolívar, a lo cual me respondió con tres preguntas que sólo su sarcasmo podría derribar el falso pedestal que yo me había inventado, me dijo: “Ahhh, Bolivariano, y que piensas de la Traición de Puerto Cabello? Qué opinión te merece el decreto a muerte de 1813? Qué te parece el Cuarto Poder proclamado en el Congreso de Angostura? Ante mi angustiado silencio y con vergonzosa humildad tuve que regresar a Bogotá y seguir avanzando en mis precarios estudios bolivarianos. A mediados de la década de los 80´s mi pariente inolvidable, Augusto Ramírez Barrera, verdadero gestor del viaducto, obra que debería llevar su nombre, con el beneplácito de la Junta Directiva, decidió ponerme al frente del gremio de constructores y fui nombrado gerente de Camacol Risaralda por lo cual regresé definitivamente a ésta mi ciudad natal. A la par con mis compromisos profesionales fui ingresando en el desconocido –para mí- universo de la cultura pereirana, y con la suerte de nuevo a mi favor, conocí al “Disco Duro” de las letras y las artes regionales, Jaime Ochoa Ochoa y me reencontré con “El Hada Madrina de la Cultura”, Martha Lucía Eastman Vélez, con ellos emprendimos la tarea de impulsar el sector cultural, por ellos conocí a Eduardo López Jaramillo, a Miguel Álvarez de los Ríos, a Héctor Escobar Gutiérrez, al mencionado Benjamín Saldarriaga González, y a muchos otros que se convirtieron en mis compañeros de viaje en esta maravillosa aventura cultural. Aparece también esa fabulosa escuela de crecimiento interior que me ha permitido compartir con personajes como Rubén Darío Sierra Montoya, Armando Barona Mesa, Jorge Valencia Jaramillo y muchos otros hermanos de la Masonería Universal que han contribuido invaluablemente en mi formación intelectual. En ese tiempo la casa editorial Diario del Otún, en cabeza de Javier Ignacio y Luis Carlos Ramírez Múnera, me solicitaron escribir mis opiniones y amablemente las publicaron por más de veinte años con unos reconocimientos que superan cualquier presupuesto, hasta un candidato a la presidencia, conocedor de mis columnas, me pidió hacer parte de su equipo electoral tarea que llevamos a feliz término. Ya después vendría la Academia Pereirana de Historia en buena hora dotada de una sede digna y representativa gracias a la confianza en mí depositada por la administración municipal y en la cual tuve la honorífica compañía, además de Martica y Jaime, de personajes de quienes nunca dejaremos de lamentar su ausencia como Ricardo Mejía Isaza, Jairo Giraldo Arango y Ricardo de los Ríos Tobón; la Sociedad Bolivariana hoy en manos cuyo acertado manejo le presagian un próspero horizonte; la página creada en una de las redes sociales “Pereira: SUS AÑOS DORADOS” en cuyo encabezado dice: “esta página pretende rescatar del olvido lugares, personajes, circunstancias y sucesos que han contribuido al desarrollo de nuestra Pereira del alma”, proyecto que empezó con un grupo de cuarenta amigos identificados en el amor por nuestra ciudad y hoy en día cuenta con una membresía de casi once mil personas esparcidas por el mundo entero; y nuestro Parnaso Literario del Eje Cafetero que me ha honrado con la única cadena perpetua que existe a pesar de la legislación colombiana, su presidencia, llevo más de cinco años al frente de sus destinos y los compañeros parnasianos insisten en mi permanencia en el cargo pero con reconocimientos como el de hoy suplen su atrevida generosidad y me impiden insistir en contrario… Finalmente queridos amigos, ya superando las dificultades de salud que han surgido durante el último año y que me exigen hacer públicos unos agradecimientos muy especia-les, primero a mi hijo Martín y su esposa Daniela, obviamente a mi familia encabezada por mis hermanos Ernesto, Martha Leonor y Germán, a mi tía Berta y s…