Hay historias sobre la vanidad y el narcisismo de ciertos líderes regionales. Podría escribirse un libro si juntáramos las anécdotas y remembranzas que se cuentan en los clubes sociales y circunloquios. Por fortuna para la mayoría de ellos, sin que sean suficientes, son superiores sus logros dirigenciales, que sus veleidades y egolatrías.
El tema se abordó hace pocas semanas en una cruda y amena reunión de media docena de periodistas con el ahora ex presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio Mauricio Vega y su alter ego, Germán Calle.
La cita fue para poner en el tapete nuestra preocupación por los casos de la periodista Claudia Ardila y el veterano William Restrepo.
De Ardila, Vega negó que hubiera presionado su salida de Caracol; y de William, señaló la forma como se surtió el proceso judicial y la tormentosa relación entre ambos. La historia es larga. Tenemos claro que siendo el periodismo parte de la institucionalidad local, podemos ser amigos, pero no cómplices. Y debe ser claro que por opiniones, no se debe perseguir a nadie, excepto por causas ilegales.Por Vega y Calle tengo respeto porque hacen su trabajo con mística y pasión.
Ambos me recuerdan a Facundo Cabral cuando decía “Haz lo que tengas que hacer y déjate de joder”. No son necesarios eufemismo ni frases grandilocuentes para reconocerles el trabajo que cumplen sin que ello nos impida ver las fisuras que generan en la institucionalidad local algunas de sus actuaciones.
Señalemos dos: La forma como siendo un alfil evidente de Gina Parodi, Vega usó su poder en la Cámara para contaminar políticamente la institución. Y la segunda, sin duda con mucha sagacidad, tomando partido a favor de la campaña del actual alcalde de Pereira, también con evidente parcialidad. ¿Deben los gremios comprometerse en política?
Es lamentable que todo el poder e influencia que Vega y Calle han demostrado tener, no haya sido utilizado para concretar la creación del Gran Parque San Mateo. Como respuesta al silencio gremial, limitaron su liderazgo a un foro y reuniones de mesas en las que no pasó nada. O sí, salimos más divididos.
Por estos días del Mundial de Rusia vimos un documental del Parque Gorki en Moscú construido en 1930 con 100 hectáreas y decenas de atracciones culturales para el disfrute de la ciudadanía. En España el enorme Parque lineal Madrid Río, es icónico. Ahora como gerente de Autopistas del Café todos pedimos a Vega Lemus que rectifique la política alcabalera de los peajes que secuestran a Risaralda.
Dos premisas deberían tener nuestros líderes: pensar en grande y en el bien común, porque se notan la mirada chata y la vanidad insuflada, ajenas a la generación que transformó una aldea en ciudad.