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La infidelidad es habitual, es una cuestión biológica, así lo establece la naturaleza. La presentan hombres y mujeres en cifras alarmantes y crecientes, sin muchas diferencias entre sí. Son múltiples las razones para granjearse tal motivación, destacándose: anhelo de intimidad, crisis en la relación, sensación de soledad, y otras, por lo tanto, son infinitas las excusas para justificar su existencia y ocurrencia.
Ser fiel no es fácil, pero la infidelidad se puede evitar, de eso no hay dudas, especialmente si busca ser feliz para toda la vida, o por lo menos durante el tiempo que decida permanecer al lado de alguien. Es importante no darle cabida a la monotonía —convergencia del aburrimiento y la rutina—, pues siempre hay un montón de cosas por hacer y de experiencias nuevas por vivir.
Al monstruo de la infidelidad se le pone talanquera a través de la sinceridad y el mutuo afecto. Es importante renovar los votos de amor y estar permanentemente cautivando a la pareja. La monogamia no debe darle paso al tedio, siempre es válido mantener el placer del sexo, mediante la comunicación acerca de los gustos y preferencias de la dupla, experimentando y aprendiendo juntos, gestionando sin una mácula mayor a la usual, a través de todo tipo de seductoras maniobras.
El cuidado personal es necesario para evitar las tentaciones del exterior por parte de la pareja, dado que la infidelidad es universal, y es eterna. Es relevante esforzarse por estar física y emocionalmente atractivo para la pareja, pues una apariencia impecable favorece mantener viva la llama del amor y la pasión sexual.
El hecho de construir un compromiso donde la comunicación, el diálogo respetuoso y sincero sean el estandarte, lo emocional y lo sexual no faltarán ni fallarán en la relación; de ahí que entre más cercanos más se fortalece el vínculo, constituyéndose en un bastión invulnerable a la influencia de personas externas, —para lo cual no es necesario aislarse del mundo—.
Las claves para evitar la fascinación de una infidelidad son las siguientes: a) sea honesto y respetuoso consigo mismo y con la pareja, solicitando el mutuo apoyo para resolver las fallas o defectos; b) depare emoción y seguridad afectiva, teniendo diversos detalles —cena romántica, chocolates, flores, y todo lo que sorprenda y se salga de la cotidianidad—; c) sea prudente con lo que siente por otras personas, si nota atracción o deseo por alguien más, aléjese pronto, recurra a medidas evasivas para soslayar mayores acercamientos —ciertas fronteras, una vez traspasadas, es imposible echarle marcha atrás—; e) eluda toda complacencia o satisfacción personal, esquivando la seducción, el juego erótico y flirteo con otra gente, —no tiente al diablo—, puesto que todos somos vulnerables a la tentación.