Declaración de oficial encargado de seguridad de la escuela, nueva evidencia contra un capturado.
El atentado ocurrió sobre las 9:40 a.m. del 17 de enero.
El joven oficial les aseguró a los investigadores de la Fiscalía que, contrario a lo que muestran fragmentos de algunos videos, “moduló por radio” en repetidas ocasiones su orden de detener la Nissan donde venían los 80 kilos de pentolita.
Según dijo, primero lo hizo con un auxiliar ubicado en la entrada de la General Santander y, luego, con otros dos que estaban dentro de la institución.
En reportes internos quedó registrado que el terrorista se negó a frenar: “Metros más adelante se encontraba el capitán Holger González, quien le hizo la señal al centinela que se encontraba en la entrada ante el abrupto ingreso de ese vehículo, y este le responde que se había requerido y este no quiso detenerse. Por lo que, consecuentemente, este último (González) modula por radio con el fin de que se haga el respectivo pare, por el funcionario de la Policía que se encontraba más adelante”.
Los policías no explican si estaban armados y, de ser así, por qué no dispararon a las llantas de la Nissan. Pero, según sus versiones, ante las dos negativas de detenerse y siguiendo instrucciones de González, un tercer centinela le ordenó detenerse, pero el carro dio reversa y se dirigió en diagonal al restaurante y los dormitorios, donde explotó a las 9:40 de la mañana.
La declaración del capitán –que tampoco hace referencia a la versión sobre los supuestos daños de la puerta por la que ingresó el terrorista– hace parte de un informe confidencial que consigna otros hechos relevantes y hasta ahora desconocidos del atentado que sacudió al país el 17 de enero.
EL TIEMPO accedió al documento, que además describe con crudeza la magnitud y sevicia del ataque.
Los 100 levantamientos
De acuerdo con el informe ejecutivo FPJ2, la potencia del explosivo y su onda expansiva dejaron un cráter de 60 centímetros de profundidad y con dimensiones, según el documento, de 3,10 metros (observando de occidente a oriente) y 2,80 metros (de norte a sur).
Ante la dimensión del daño y el riesgo de otras amenazas para el personal encargado de la investigación, este solo pudo ingresar a la escuela casi una hora después de estallar la Nissan. De hecho, quedó constancia de que este trabajo se comenzó pasadas las 10:30 de la mañana.
Producto de la explosión, los 20 cadetes fallecidos en el sitio y el autor material del atentado quedaron desmembrados y solo cuatro de esos cuerpos, según los reportes, fueron encontrados medianamente reconocibles.
“Se trata de un caso donde con 21 víctimas mortales hubiese correspondido adelantar 21 diligencias de inspección técnica a cadáver. Pero en este caso no, la Policía Judicial realizó más de 100 actas de inspección y levantamiento porque los cuerpos quedaron destrozados. Quedaron las partes de los cuerpos regadas por toda la escuela”, dice el documento al que, además de los investigadores, solo han tenido acceso el fiscal general, Néstor Humberto Martínez, y un par de generales.
Luego de estos procedimientos, según el documento FPJ11 del equipo de automotores de la Seccional de Investigación Criminal, se logró identificar la Nissan Patrol. Tras el rastreo, se procedió a la identificación de su conductor, para lo cual fue clave la descripción que hizo el auxiliar Giner Felipe Buitrago, “quien narra lo que observó encontrándose prestando el turno como centinela a la entrada”.
La mano del terrorista
Allí también se aclara que tan solo se encontró un fragmento de la mano izquierda del terrorista, José Aldemar Rojas, el cual fue analizado por una intendente de la Dijín identificada como Milena, quien confirmó su plena identidad. El cotejo coincidió con el nombre del propietario del vehículo, y fue cuestión de horas para encontrarlo en el organigrama del Eln.
El documento, considerado una especie de matriz del caso, también consigna nueva evidencia recogida por la Fiscalía en torno a Ricardo Andrés Carvajal Salgar, el primero de los ocho capturados hasta el momento, incluido Arturo Ordóñez, alias Elefante, quien cayó hace apenas 48 horas.
Y si bien Carvajal y su defensa insisten en que no tiene relación alguna con el ataque terrorista, la Fiscalía aportó evidencia de diversos tipos, incluidos sus mensajes en redes sociales.
Según el ente acusador, este se refería a los uniformados como “unas gonorre…” a los que se les debería aplicar “un plan pistola”.
Además, hay interceptaciones de un sujeto llamado Jaime, investigado por microtráfico, a quien supuestamente Carvajal le reconoce su participación en el atentado.
También existen testimonios de personas que vivían en la bodega del sur de Bogotá donde el terrorista armó el carro bomba, los cuales indican que hasta allí llegó Carvajal en al menos dos ocasiones a trabajar con Rojas.
Además, en la escena del atentado se hallaron restos de “un overol muy similar al que se encontró en el allanamiento a la casa de Ricardo Carvajal”, dice el informe, en referencia a la diligencia realizada el día de su captura (18 de enero) en dos viviendas de Los Laches.
También se consignan las primeras pistas sobre Arturo Ordóñez, alias Elefante, miembro de la llamada dirección nacional del Eln y señalado jefe del frente urbano que coordina acciones terroristas urbanas.
‘Elefante’, capturado el viernes, ha estado vinculado desde hace 37 años a la guerrilla del Eln. Además de ser el señalado autor intelectual de la bomba contra la escuela de cadetes, a Ordóñez lo implican directamente con los recientes atentados en los departamentos de Antioquia, Cundinamarca, Tolima y Atlántico.
Y aunque su captura es uno de los más grandes golpes asestados a la guerrilla del Eln, según se desprende del informe confidencial, aún faltan por capturar algunas fichas del bombazo a la General Santander, que sacudió a todo el país.
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