

Los bombardeos y los menores.-

Viernes 21/11/2025.-
Toda guerra lleva a tomar decisiones que terminan en hechos lamentables. Si a eso le sumamos que es difícil contar con toda la información necesaria para disminuir el riesgo con actos que deterioran aún más el conflicto, estamos ante un panorama que pasa de castaño oscuro. La noticia esta semana sobre el bombardeo a un campamento de las disidencias de las Farc al mando de Iván Mordisco, dejó un debate abierto sobre lo que ya había sucedido antes, la muerte de menores de edad que habían sido reclutados por este grupo armado.
A diferencia de la vueltacanela de Gustavo Petro para justificar hoy lo que ayer criticaba desde la comodidad de la oposición, queremos reiterar lo que dijimos cuando se presentó situación similar en el Gobierno de Iván Duque, el único responsable de usar menores de edad en la guerra, de convertirlos en combatientes forzados y de que hayan terminado víctimas de las Fuerzas Armadas es el grupo que los reclutó, que los revictimizó y que los instrumentalizó en su beneficio. Son el renegado Iván Mordisco y sus secuaces los únicos responsables de este lamentable hecho.
La JEP viene avanzando en el Macrocaso Siete, que investiga el reclutamiento y utilización de niños y adolescentes en el conflicto armado, una constante en Colombia desde hace rato, que muestra el deterioro de nuestras guerras y la falta de que el Estado proteja de mejor manera a la niñez, tan golpeada por el conflicto y por las condiciones sociales y la falta de rigor para cumplir el mandato constitucional de que los derechos de los niños están por encima de los derechos de todos los demás colombianos. El día que privilegiemos la felicidad de los niños como sociedad, mejoraremos en muchos aspectos.
Si alguien violó el Derecho Internacional Humanitario es quien reclutó a estos menores. Desde los tiempos de las extintas Farc se ha sabido que si a algo temen los delincuentes organizados -cientos de testimonios así lo ratifican- es a los bombardeos y por eso un Estado amenazado como el nuestro no puede dejar de usar esta arma de guerra contra quienes no tienen empacho en violar todas las normas y en atacar la vida y los bienes de los colombianos. Por supuesto, debe ser dentro de los protocolos y minimizando riesgos, pero impedir que se puedan usar, como tanto lo alegó Petro en el pasado, es no entender la dinámica de la guerra en un país en el que los delincuentes se niegan a acogerse a cualquier iniciativa de paz una y otra vez.
Claro que duelen más las muertes de niños en la guerra y que hay que llamar la atención del Estado para que proteja las vidas de estos menores. Es deber de la Defensoría del Pueblo y de otros organismos advertir la necesidad de que el Estado no revictimice a los menores reclutados, pero no se puede desconocer la dificultad de defensa del Estado cuando los delincuentes usan todo lo que esté a su alcance para vulnerar los derechos de los colombianos. Si la presencia de menores frena bombardeos, más niños reclutarán los bandidos y ese es el peor escenario. Ahora bien, momento para preguntar, ¿por qué este Gobierno no bombardea otras estructuras armadas?



