El 7 de agosto, como ha sucedido cada cuatro años, excepto los últimos dieciséis, se dio el cambio de timonel de la Casa de Nariño.


Con mirada firme, expresó el presidente el día de su posesión: “La educación será el motor del cambio social que vamos a dejarle a nuestro país.
Esperemos que no sea calentura de su primer día.
El martes, desde la plaza Bolívar se escucharon dos discursos: El primero pendenciero y de alabanzas para Álvaro Uribe, -casi lo ‘canoniza’- por parte del presidente del Senado, Ernesto Macías, discurso pobre en oratoria -que reflejó su paupérrima formación académica-, pero lleno de rabia y polarización contra el mandato del expresidente Santos.
El segundo discurso, el del nuevo presidente de los colombianos, Iván Duque Márquez, contrastó frente al de Macías porque fue más mesurado y lanzó destellos de esperanza. Los dos representantes del Centro Democrático con esta primera salida oficial dieron la señal de que el movimiento político no es tan monolítico y que las fisuras seguramente se manifestarán a medida que avance el periodo presidencial.
El deterioro se irá agudizando si Duque es capaz de irse saliendo del “cuerpo de Uribe” – que fue muy manifiesto durante la campaña- y gobierna orientado por esos fulgores de ilusión que expresó en su discurso y no permita que ese bloque de políticos del Centro Democrático, amantes de sembrar cizaña e impulsar el odio entre colombianos, se imponga.
Ese grupo, que le ha hecho tanto daño al país, se manifestó el 7 de agosto liderados por su máximo líder, quien aplaudió lo expresado por Macías, quien no era la persona indicada para expresar la crítica, pues su grupo político sí que hizo daño durante el periodo nefasto de Uribe.
Pareciera que los colombianos no tuviesen memoria. Ya olvidaron de las chuzadas del DAS, los falsos positivos, el enriquecimiento ilícito de esos dos “grandes empresarios” hijos del hombre que ‘canonizó’ Macías, además de un largo etc. que más de un periodista e intelectual han denunciado.
Duque lanzó rayos de ilusión
Pasemos al discurso del presidente, que – como lo he manifestado – fue esperanzador en algunos aspectos. Tocaré lo expresado sobre nuestro pasado pendenciero y la corrupción, y resaltaré lo que expresó sobre economía, educación, ciencia y tecnología, cuatro elementos claves que, si se impulsaran de verdad, esos rayos de ilusión que iluminaron su alocución, se convertirían en algunas décadas, en el faro que iluminará al país por el sendero del Estado de bienestar para todos.
Entre otras cosas expresó: “El amanecer independentista fue opacado por la Patria Boba, y durante varias décadas de la República las guerras entre hermanos que dejaron dolor y muerte, y las rencillas de la pequeña política trajeron consigo inestabilidad institucional y retrasos en el proceso de desarrollo.
Hay que agregar que esa Patria Boba extendió su sombra en el siglo XX y lo que va del XXI. ¿Acaso la violencia de los 40, 50 y 60, no fue un conflicto entre hermanos, azuzado por los trapos azul y rojo? ¿O no ha sido un enfrentamiento entre hermanos el conflicto armado entre las guerrillas, el Ejército y la Policía?
Asimismo, manifestó: “Ser honestos: saber llamar las cosas por su nombre y abordar los retos con optimismo y compromiso es lo que tenemos que hacer. Esta debe ser nuestra meta para los próximos años.
Los invito a que todos construyamos un gran pacto por Colombia, a que construyamos país, a que construyamos futuro y a que por encima de las diferencias estén las cosas que nos unen. No se trata de pensar igual, no se trata de unanimismos, no se trata de eludir las sanas discrepancias de ideas que enriquecen la democracia”. Confiemos que así sea y que se diferencie de su jefe – pues para quien no piense como él es de la guerrilla.
Fue interesante que en su posesión expresara: “Recibimos un país convulsionado. Más de 300 líderes sociales han sido asesinados en los últimos dos años, los cultivos ilícitos se han expandido exponencialmente en los últimos años, bandas criminales aumentan su capacidad de daño en varias regiones del país, se han hecho promesas y compromisos con organizaciones sociales sin asegurar su financiamiento”.
Aunque todo ello es conocido, está bien que el jefe del Estado lo reconozca públicamente. Pero lo importante es hacer caer el peso de la ley – que se debe enderezar como también lo manifestó- sobre los asesinos directos y autores intelectuales, sin importar su investidura social. Así como los crímenes cometidos durante los ocho años del mandato de su jefe.
“Endureceremos las penas para los corruptos”
Sobre la corrupción fue categórico.
Endureceremos las penas para los corruptos y les aplicaremos que no gocen de casa por cárcel ni reducción de penas, vamos a sancionar severamente a empresas, dueños y gestores que corrompan funcionarios, prohibiendo su contratación con el Estado a perpetuidad, vamos a promover los pliegos tipo en todos los contratos de las entidades estatales de cualquier nivel, limitar a no más de tres períodos la presencia en cuerpos colegiados de elección popular, hacer imprescriptibles los delitos contra la administración pública y hacer de la publicación de la declaración de renta de todos los funcionarios un deber constitucional”.
La pregunta del millón, sobre esas medidas que coadyuvarían a ir superando ese flagelo – considerado la mayoría como el cáncer del país – es: ¿sí lo permitirá la mayoría de esos políticos tradicionales que durante décadas han estado desangrando el erario público y que además defienden a sus ‘acólitos’ que, dirigiendo entidades del Estado, también practican la corrupción y hacen nombramientos con sueldos “subidos de tono”, así como contratos indebidos?
Sobre lo que hace grande a un país como son su economía, la educación, la ciencia y la tecnología, aspectos en los que Colombia no está bien, Duque Màrquez manifestó.
Quiero que los jóvenes de Colombia escuchen esto con atención: Estamos comprometidos con el impulso a la Economía Naranja para que nuestros actores, artistas, productores, músicos, diseñadores, publicistas, joyeros, dramaturgos, fotógrafos y animadores digitales conquisten mercados, mejoren sus ingresos, emprendan con éxito, posicionen su talento y atraigan los ojos del mundo”.
Este tipo de economía, también llamada Economía Creativa, se basa en la producción de riqueza a partir de la herencia cultural de las regiones que reflejan sus diferentes grupos étnicos, así como el talento y la conectividad de las personas.
Para el Banco Interamericano de Desarrollo, la Economía Naranja también contempla la edición de libros, revistas, periódicos, televisión, productos audiovisuales, artesanías, desarrollo de software, la publicidad, la arquitectura, turismo cultural y ecológico. Es un gran abanico para generación de empleo y riqueza, que requiere apoyo económico y acompañamiento del gobierno.
Fue ambicioso con el impulso a la tecnología, pero no habló de latifundios
Respecto al campo, tradicionalmente abandonado y foco de conflictos sociales por los desalojos y la desigualdad en la tenencia de la tierra, añadió: “Nuestra visión del emprendimiento está pensada para el desarrollo del campo, estimulando que los pequeños productores se integren al desarrollo agro-industrial.
Quiero un campo con inversión dinámica, detonada por incentivos a la generación de empleo permanente, un campo respaldado por una política de comercio exterior que abra mercados y donde podamos aplicar instrumentos efectivos a las prácticas depredadoras de muchos competidores”.
Su planteamiento sobre el campo se quedó corto al no decir nada sobre la redistribución de las tierras improductivas y las mal habidas, aspectos que han sido generadores de violencia.
Además, deja dudas cuando más adelante plantea valorar el sector minero-energético, que ha sido otro foco de corrupción en el uso de las regalías, así como responsable del daño ambiental, tanto por parte de la minería legal como la ilegal.
Sobre la otra economía, la asociada al desarrollo tecnológico, la aspiración presidencial fue ambiciosa y esto manifestó.
Una sociedad de emprendedores nos permite ver más allá de lo evidente. Nos permite ser creadores y no simples consumidores del ingenio de otros. Nos permite pensar en grande, tener multinacionales nacidas en nuestro territorio.
Nos permite aspirar a ser el epicentro regional de robótica, inteligencia artificial, internet de las cosas, biotecnología y análisis integrado de datos”.
A su juicio, “Colombia debe entrar en este camino, para ser un jugador decisivo en la cuarta revolución industrial.
Quiero esa Colombia para nuestros jóvenes y vamos a crear las condiciones para lograrlo. Es cierto que nos tomará tiempo, pero ha llegado la hora de empezar”. Esas tecnologías a las que alude ya han empezado a operar al menos incipientemente.
Le faltó insinuar otras revoluciones tecnológicas que ya están tocando las puertas para hacer aplicadas, como el Big data, la inteligencia artificial, que también se están comenzando a usar en el país; y la computación cuántica, de la que estamos muy lejos.
El país no puede seguir siendo un consumidor de tecnología
Para señalar el atraso científico y tecnológico del país, está bien conocer lo planteado por el físico teórico de EE.UU. Michio Kaku, quien el veinte de marzo de este año hizo presencia en el Manday Event Centre de Las Vegas, cuando se realizó el Think IBM. Allí planteó que el mundo está entrando en una nueva revolución tecnológica con la impronta de la inteligencia artificial, la digitalización del cuerpo humano y la computación cuántica.
Aseguró que estamos presenciando el surgimiento de una cuarta ola, que estará dominada por el desarrollo de la inteligencia artificial, la nanotecnología y la biotecnología.
La última sí que es propicia para Colombia, por su riqueza tanto en flora como en fauna y que podría ser la alternativa a la explotación minera.
Como lo expresó Duque Marquez el país no puede seguir siendo un simple consumidor del ingenio de otros. Y esa transformación es posible si la educación desde la primaria hasta la de la universidad tiene un profundo cambio, que no va a lograrse con las directrices actuales del ministerio de Educación.
Hay que empezar con un cambio en el arte de enseñar por parte de los docentes de la educación básica y para ello hay que hacer un giro en la formación, resaltando el conocimiento de las áreas del saber. En primaria y secundaria los profesores deben estar bien formados – primero que todo – en matemáticas, programación, ciencias naturales y humanidades, luego podrán tener una formación en didácticas y pedagogía. Si el ministerio facilita las condiciones, podrán hacer bien la tarea y formar bachilleres de verdad, óptimamente preparados para que lleguen a la universidad con más ansias de saber.
Si para lograr ese objetivo se seleccionan los mejores bachilleres, los maestros están bien remunerados y asumen ese papel con amor y responsabilidad, en pocas décadas se podrán empezar a ver las luces de esperanza que insinuó Duque Màrquez en su discurso de posesión, en cuanto ciencia, tecnología e innovación.