

Una de las naciones más bellas, pero más complejas de la tierra es Colombia; no solo por su posición geográfica, en la punta de América del Sur; sino también por su mestizaje étnico, su ubicación en la zona tórrida; y considerada el segundo país más biodiverso del mundo, con 1.900 especies de aves, equivalentes al 20% de las especies de la tierra; y que tiene con el Brasil en La Amazonia, el pulmón del planeta en riesgo, siendo la Amazonia, con sus 7.4 millones de Km2, la reserva tropical más grande del planeta, que alberga el 30% de la biodiversidad mundial, cerca de 80.000 clases de árboles y más de 140.000 especies de plantas ( E.T. julio 7/2021); » Que está habitada por más de 350 grupos indígenas ancestrales y tiene la reserva de carbono más grande del planeta y su bosque genera el 20% del oxígeno en la atmósfera de la tierra, regula las lluvias y mantienen el ciclo del agua, garantizando la estabilidad del clima mundial» (E.T. ibídem). En 1.830 fallece el Libertador Simón Bolívar y en 1.848 nace el Partido Liberal, que se sustentaba en los principios de «Libertad, igualdad y fraternidad» de la Revolución Francesa, más la Ley; y en 1.849 el Partido Conservador, con fundamento en la tradición Judeo-cristiana que nos legó España, más el orden. Estos dos partidos tradicionales han sido la esencia de nuestra vida Republicana, hasta nuestros días, como lo han sido en la mayoría de las Naciones democráticas de la tierra; Pero a raíz de nuestra Constitución de 1.991 de la que tendremos que referirnos detalladamente, tenemos que resaltar que no obstante sus múltiples aciertos, la permisividad de la creación de varios partidos y movimientos, incluyendo el recoger firmas para ello, han atomizado nuestra Democracia, desgastando las colectividades tradicionales, sin tener certeza de cuáles son los nuevos ideales. En un interesante artículo en El Tiempo del 5 de septiembre, pregunta que ante el «Boom» de candidatos por firmas: ¿ En qué quedan los partidos?»; pero al hablar de costos, sostiene que, a pesar de ciertas ventajas, éste no es un camino sencillo, porque cada aspirante debe alcanzar alrededor de 586.000 firmas, que representan el 3% de los votos válidos, en la última elección presidencial del 2018; y aunque hay empresas que ofrecen este servicio, de recolección, cada candidato tendría que pagar aproximadamente $489, millones para reunir el mínimo de firmas válidas. Como quien dice: ¡Aquí fue Troya! Continuaremos con éste análisis.
AUGUSTO MEJIA GONZALE



