ASÍ NO LLEGAMOS A NINGÚN PEREIRA
Cómo negar que de componenda plural en componenda, la totalidad de nuestra clase política y dirigente se fue trenzado en un mar de secretos y verdades ocultas, propios del finalizar de cada componenda en el poder. Que los tiene condenados a guardarse las espaldas entre sí, a callar, a no pisarse las mangueras; cobrando vida el común estribillo “cállese que usted también está untado”.
Cómo negar que gracias a las nefastas componendas sucesivas para mantenerse en el poder, el departamento y la ciudad se quedaron sin dolientes, perdiendo la comunidad todo sentido de pertenencia por lo público y lo social, nada nos importa, todo nos da igual, mostrándonos con una indolencia y una apatía total.
De los códigos éticos y morales no queda nada, los principios y valores se invirtieron por completo y entre más escándalos rondan a la clase política, más respaldo popular obtienen en las urnas estos siniestros personajes, apoderados de todos los espacios a proveer de cara a cada debate electoral. Vergüenza nos debiera dar.
Nos convirtieron la ciudad y el departamento en una caja de pandora, repleta de males, endeudados inviables, en manos de una clase política mañosa, desvergonzada, cínica y capaz de todo, con tal de no dejarse quitar el pastel, pese al fracaso que tienen para mostrar. Más de 450 industrias cerraron, quebraron y abandonaron la ciudad y la región. Pasamos de ser una ciudad industrial, reconocida en el concierto nacional e internacional, a ser una ciudad dependiente de lo que producen los demás.
Pasamos a ser una sociedad condenada a vivir en el paro, la informalidad, repleta de males y como si nada; una sociedad así, no va para ningún lado.
Es simple: cuando ya no haya nada que vender de los bienes públicos y perdamos toda capacidad de pago de las obligaciones contraídas porque desbordaron más de la mitad del presupuesto anual de rentas, se darán cuenta que un pueblo retirado del trabajo, está crónicamente enfermo y que una sociedad así, termina por derrumbarse sin falta, naufraga de su cómplice y permisiva pasividad.
Un departamento y una ciudad que solo produce impuestos por cobrar, condena a su pueblo a la desesperanza, a la pobreza y a morir en la miseria total, hasta que los males derrumben por completo el orden social.
No me cabe duda: o nos pellizcamos y nos defendemos en las urnas, o nos preparamos para llorar cuando el fracaso derrumbe por completo el orden social e institucional.
¿En qué cabeza cabe que vendiendo todo, endeudándose y sin trabajar, para gastarlo todo en cemento, lujo y esplendor, se puede construir una sociedad próspera, decente y real?
Dr. Gustavo Pérez Gonzále