Les hago la pregunta porque yo también me la hice y llegué a la conclusión de que no es solo por cumplir con el deber democrático que hay que ir a las urnas, sino porque el palo no está para hacer cucharas y no podemos darnos el lujo de vivir en un territorio privilegiado sin manifestar nuestra voluntad de expresarnos como ciudadanos.
Risaralda es un territorio pequeño con una capacidad electoral por debajo del 2% pero hemos tenido políticos que sobresalen en el nivel nacional y jalonan recursos para obras de beneficio común –no muchas- pero no se les puede negar esa capacidad.
En la legislatura pasada Quindío se quedó sin senador y ha “llevado del bulto”, por eso Risaralda debe poner como mínimo dos senadores.
Un ciudadano es todo aquel sujeto de deberes y derechos, que los tiene, los cumple y los reclama por el solo hecho de su interdependencia en sociedad. Aunque como bien lo vemos en la exigente sociedad de hoy, la gente es muy buena para reclamar sus derechos, pero muy malitos para cumplir con sus deberes. El voto no solo es un derecho. También es un deber.
Cuando no votamos debilitamos las instituciones y abrimos espacios a los corruptos. Porque ante el famélico control político, lo que falta es un control social con una ciudadanía fuerte.
¿Que las cosas van mal? Pues hace 200 años Thomas Hobbes dijo que, “Cuando las cosas van mal, los incentivos para meterse en política son mucho mayores que cuando van bien”. Tengan la seguridad de que la falta de oportunidades, la injusticia, el abuso de las autoridades, la corrupción, la inseguridad, el desempleo y todos los flagelos que azotan a las comunidades, son causa y efecto de una ciudadanía precaria y anoréxica, porque existiendo muchas formas de expresarse en las urnas y habiendo también buenos candidatos y buenas causas, la gente se aferra al estereotipo de que todos los políticos son malos.
David Runciman dice que “Entre más terrible sea la política, más gente debería implicarse en ella porque es la mejor manera de evitar que los políticos corruptos mangoneen en su propio beneficio”. Runciman sostiene también que: “si miramos a los políticos como bichos raros, ellos nos mirarán como idiotas que no entendemos a qué se dedican. El desdén que muchos votantes sienten por los políticos es el mismo que ellos sienten por los votantes; y cuanto más crece esa brecha, más fácil la tienen los políticos para gravitar hacia sus élites (financieras, militares y tecnológicas) que es una red política que mantiene la ciudadanía al margen”.
El próximo 11 de marzo los risaraldenses tenemos una cita en la urnas. Opciones hay, de todos los colores. Hasta un daltónico los distingue.
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