
El docente Luis Miguel Bermúdez, de 36 años, desde 2014 implementó la curricularización de la asignaura de Ciudadanía Sexual y desde entonces empezaron a bajar las tasas de embarazos precoces en el colegio Gerardo Paredes, de Suba.
Colprensa
Luis Miguel Bermúdez Gutiérrez, profesor de Ciencias Sociales en la Institución Educativa Gerardo Paredes, en Suba – uno de los barrios más vulnerables y violentos de Bogotá-, se encuentra entre los diez finalistas del Global Teacher Prize, 2018, considerado el ‘Nobel’ de la educación en el mundo.
El segundo de cinco hermanos adelantó sus estudios de bachillerato en el colegio público Andrés Bello, donde sus profesores de ciencias sociales los instaban a ser agentes de cambio de las injusticias y violencias estructurales que sacudían al país.
Inició sus estudios en Ciencias Sociales en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, en Bogotá, donde después de graduarse se ganó una beca para hacer una maestría. Fue en ese centro universitario donde estructuró su proyecto su vida.
“La Universidad Distrital estaba convencida de que la formación ciudadana era la clave para generar civismo de masas y transformar la sociedad, entonces las investigaciones de mi generación fueron diseñadas hacia la promoción de la ciudadanía. Así empecé a tener la formación que hoy llamo Ciudadanía Sexual que es parte de esa formación política”, asegura.
Dura realidad
En la maestría empieza una investigación social interdisciplinaria para complementar todo la parte de formación en ciudadanía sexual, enfocada en la reivindicación de los derechos de las mujeres y las minorías.
Su tesis de grado titulada, ‘Transgeneridad, el cuerpo sin órganos del género’, trata precisamente de la crítica situación de los derechos ciudadanos de esta población en Colombia.
En el 2010 se presentó al concurso público para docentes e ingresó a trabajar al colegio Gerardo Paredes, en el barrio Suba. Sin embargo, su formación académica no lo había preparado para la terrible realidad que encontró en dicho centro educativo.
“Allí tuve que enfrentarme con la violencia de pandilla, el microtráfico, abusos sexuales, desplazamiento, violencia de género, un montón de problemáticas y me dije, esta es la realidad social de la que tanto me hablaban los profesores, ahora la estoy viviendo, y es el momento de aplicar todo lo que aprendí”, recuerda.
Fue asignado como director de grupo de los grados séptimos, con menores entre los 12 y 14 años y por primera en su vida vez tuvo que atender casos como el de una de sus alumnas que cayó en la prostitución, mientras otra de 13 años resultó embarazada de gemelos.
De esta manera empezó a enterarse de los abusos sexuales a que eran sometidos los niños en sus casas y de cómo los grupos al margen de la ley prostituían a las niñas.
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“En ese momento el Ministerio de Educación y la Secretaría de Educación de Bogotá inician la formación avanzada de docentes y como ya había terminado mi maestría, me inscribí para el doctorado, con el compromiso de que nuestras tesis no se quedaran en los stands de una universidad, sino que esa inversión se viera reflejada en una transformación de nuestro contexto educativo”, explica Luis Miguel.
Ciudadanía Sexual
Su trabajo de investigación para su tesis doctoral se enfocó en crear una propuesta curricular enmarcada en el contexto educativo del colegio, con el fin de solucionar todas sus problemáticas.
Pero, sobre todo, capaz de impactar las cifras de embarazos tempranos en la institución que para el 2014 promediaban 70 casos anuales, además de las violencias de género y los casos de abuso sexual.
Para el profesor Luis Miguel el éxito del proyecto se basó en que los mismos actores fueron los que investigaron y que fueron ellos mismos los que transformaron esa realidad.
En el 2014 arrancó la prueba piloto de la curricularización de la asignatura Ciudadanía Sexual, y ese mismo, año para sorpresa de todos, se empezaron a impactar algunos indicadores de manera inmediata.
El docente descubrió que antes de cualquier cosa se debía cambiar primero el imaginario de toda la comunidad educativa de la Gerardo Paredes: directivas, docentes, estudiantes y padres de familia.
“En ese punto nos dimos cuenta de que el currículo debía apuntarle no a la promoción de métodos de planificación, que ya los conocían los jóvenes, sino al cambio cultural de la forma como se educa a las mujeres por ser mujeres y a los hombres por ser hombres, desde la familia y en la escuela”, sostiene.
A las niñas, agregó el profesor Luis Miguel, las educan que la virtud sexual es lo que vale en una mujer y esto las excluía de los métodos de planificación familiar, de todas las herramientas que la sociedad moderna debe brindarles a todos los jóvenes para protegerlos de los riesgos y peligros que en cuestiones de sexualidad existen.
“Una niña que planificaba no era bien vista socialmente, ni siquiera en su casa, donde los padres le decían que no querían una hija que se lo estuviera ‘dando’ a todo el barrio, y era así como empezaba la discriminación y la violencia”, dijo Bermúdez.
Los hombres jóvenes, entre tanto, eran educados con esa influencia costeña que por ser varones no deben usar condón y que su compañera no podía planificar porque podría serle infiel.
“Todo esto era el caldo de cultivo perfecto para los embarazos tempranos, los abusos sexuales y todas las violencias de género que ya conocemos”, señala el docente que en 2017 fue elegido El Gran Maestro del Premio Compartir por su trabajo en la Gerardo Paredes.
La asignatura Ciudadanía Sexual se enfocó en cambiar las formas de pensar, los prejuicios e imaginarios y se empezó a impartir en los grados diez y once, y posteriormente en octavo.
La misma contempló la creación de escuela de padres orientada a educar a las madres de familia que son las que imparten la educación y las formas de pensar en las casas. Asimismo, se diseñaron módulos y talleres sobre abuso sexual y la resiliencia frente a los mismos. Igualmente, un sistema de alerta de denuncias al interior del colegio y se creó un grupo de jóvenes multiplicadores de décimo y once para atender las denuncias de los niños.
Para el primer semestre del 2017 lograron lo impensable: Pasar de 70 embarazos en el año, a cero. Esa reducción tan drástica en las cifras fue motivo de felicidad para el profesor Luis Miguel que hoy tiene otra razón para sonreír: estar nominado al Global Teacher Prize que otorga un millón de dólares al ganador.