Trabajadora Sexual manoseò a un menor y lo metiò en la droga

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Lina Marcela Taborda Díaz, la sentenciada.
Lina Marcela Taborda Díaz, la sentenciada.
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«Satisfizo sus deseos libidinosos con un menor, a quien manipuló en sus partes íntimas en varias ocasiones, aprovechando las condiciones de soledad donde cohabitaban y el consumo repetido de marihuana, hasta que fue descubierta y denunciada».

Con esta afirmación, la Fiscalía pidió a principios de este mes condena para la trabajadora sexual Lina Marcela Taborda Díaz, de 30 años, por los delitos de actos sexuales abusivos con menor de 14 años en concurso con suministro de estupefacientes a menor.

Y así fue. El Juzgado Penal del Circuito de Riosucio la sentenció a 11 años de cárcel, pues la meretriz no solo abusó del adolescente, de 13 años, sino que lo volvió adicto a la marihuana.

«Cuando mi hijo comenzó a consumir tuvo un cambio notable: Se volvió agresivo, maleducado y se alteraba fácilmente. Por eso pedí ayuda psicológica para sacarlo de ese problema. Decía que le dolía la cabeza, pero era para no ir a estudiar y meterse a la pieza de Lina. La distinguí porque era prostituta. Le gustaban mucho los muchachos jóvenes», indicó la mamá de la víctima durante el juicio.

¿Cómo pasó?

En la noche del 29 de julio del 2015, la madre del adolescente observó cómo su hijo salió con sigilo del cuarto que ocupaba la hoy condenada, a donde iba supuestamente a ver televisión. Le notó un extraño comportamiento y lo abordó. Le confesó que esa mujer, como en otras ocasiones, le dio marihuana, hasta volverlo adicto. Además, que lo abusó. Incluso, salía desnuda del baño y se le mostraba con lujuria.

La situación obligó a emprender un proceso de restablecimiento de derechos del menor, con el acompañamiento del ICBF, y la queja ante las autoridades.

El 16 de noviembre del 2016 llevaron a audiencia a la trabajadora sexual riosuceña. No aceptó cargos y quedó libre, vinculada al proceso. El juicio se cumplió entre febrero y marzo de este año, con sentido de fallo condenatoria y orden de detención. Está en Villa Josefina, en Manizales.

«Mientras mamá trabajaba en una casa de familia, ella me daba marihuana y pegante, Me desnudaba y ella también lo hacía. Me mostraba las partes íntimas. Ella tiene dos piercing. Le dicen La Flaca. Me tenía endulzado con la droga, por eso nunca me opuse», relató la víctima.

En juicio se explicó que la mujer, con frecuencia, ingresaba a jóvenes de ambos sexos a su cuarto, encerrándose mucho rato. Como era peluquera, se justificaba diciendo que iban a motilarse. La trabajadora sexual negó todas esas aseveraciones y expresó que la mamá dejaba al menor solo mucho tiempo, y que ella le daba alimento.

Sin embargo, los vecinos manifestaron que de esa casa salía olor a marihuana y que allí se mantenía un joven consumidor, con antecedentes penales.

Una sicóloga del ICBF dijo que se pudo precisar que el menor era víctima de maltratos, por lo ansioso y temeroso, y que confesó haber tenido relaciones con una persona adulta, que le acariciaba sus genitales y partes íntimas, y que le suministraba marihuana.

«El relato es totalmente creíble, porque los cambios que presentaba el chico eran adecuados de una persona angustiada, estresada, preocupada y familiarmente nada daba para pensar que alguien diferente era el causante del mal», añadió.

Otro profesional que valoró a la víctima indicó que no se percibía el uso de la fantasía o tendencias mitómanas.

Una tía del menor explicó que mientras lo cuidó le tocó duro con él, porque no acataba órdenes, quería mantenerse en la calle y que cuando se le perdía salía a buscarlo en mototaxi por la cancha y los vecinos le decían que lo habían visto metiendo vicio.

La acusada se defendió diciendo que siempre estaba en el cuarto con su novio o algunos clientes, no consumía drogas allí porque sabía el perjuicio de eso. Solo lo hacía en lugares externos. Negó el abuso contra el menor y dijo que la demandaban por bobadas. Su abogado manifestó que todo se daba por retaliaciones contra su cliente.

Del juez

«La acusada permanecía demasiado tiempo en soledad dentro de su cuarto, acogía en las tardes y noches al menor, supuestamente mientras la progenitora y padrastro llegaban de sus oficios cotidianos. No dudó en satisfacer su libido con el menor, llevándolo a prácticas sexuales como tocamientos, masturbación, exhibición de su cuerpo desnudo, mientras de paso lo introdujo en el oscuro mundo de las drogas. Quería comprar su silencio con un ‘todo es normal, no pasará nada'», expresó el juez.

De pasó, manifestó que no suena a invento o historia irreal lo narrado por el adolescente, quien pasó de ser un ser tranquilo, alegre, activo y responsable en sus labores escolares, a alguien que ya no le provoca hacer nada, triste, confundido y preocupado.

«Dijo que su desmotivación por el estudio y por todo se debe a que conoció las drogas y que estas le producen sueño, pesadez y pereza».
Al menor víctima lo ingresaron a una institución para rehabilitarlo, sin perder sus estudios secundarios. Además, lo alejaron del entorno donde se dio el problema.

 

Apeló

La defensa de la condenada apeló. El Tribunal Superior de Manizales resolverá el caso

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