EL VALOR ÚNICO DEL AMORRRubèn Darío Franco Narvàez <rubendariofranconarvaez@gmail.com>Mar 10/11/2020
11:27Más accionesPara: luisalbertofigueroa44@gmail.com
EN EL PERIÓDICO CIBERESPACIAL WWW.NOTIEJE.COM QUE AERONAVEGA EN LOS CINCO CONTINENTES, SEGUIMOS CUMPLIENDO CON LA MISIÓN DE LLEVAR LA LUZ DEL BUEN COMPORTAMIENTO HUMANO, SABIAMENTE ORIENTADO POR EL PAPA FRANCISCO EN SU NUEVA ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI.
EN ESA MISIÓN, NOS APOYA EL DIRECTOR GENERAL –PERIODISTA INTERNACIONAL LUIS ALBERTO FIGUEROA.
COMO LO ANUNCIAMOS: HOY MARTES 10 DE JULIO DEL 2.020, INICIAMOS LA PUBLICACIÓN DEL CAPÍTULO TERCERO TITULADO “PENSAR Y GESTAR UN MUNDO ABIERTO”, ENFOCANDO DOS ASPECTOS IMPOTANTES: MÁS ALLÁ Y EL VALOR ÚNICO DEL AMOR.
POR FAVOR: LEER, MEDITAR Y PRACTICAR
SUGERENCIA DE WWW.NOTIEJE.COM
CAPÍTULO TERCERO
PENSAR Y GESTAR UN MUNDO ABIERTO
87. Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud «si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás».62 Ni siquiera llega a reconocer a fondo su propia verdad si no es en el encuentro con los otros: «Sólo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro».63 Esto explica por qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar. Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque «la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte».64
MÁS ALLÁ
88. Desde la intimidad de cada corazón, el amor crea vínculos y amplía la existencia cuando saca a la persona de sí misma hacia el otro.65 Hechos para el amor, hay en cada uno de nosotros «una ley de éxtasis: salir de sí mismo para hallar en otro un crecimiento de su ser».66 Por ello «en cualquier caso el hombre tiene que llevar a cabo esta empresa: salir de sí mismo».67
89. Pero no puedo reducir mi vida a la relación con un pequeño grupo, ni siquiera a mi propia familia, porque es imposible entenderme sin un tejido más amplio de relaciones: no sólo el actual sino también el que me precede y me fue configurando a lo largo de mi vida. Mi relación con una persona que aprecio no puede ignorar que esa persona no vive sólo por su relación conmigo, ni yo vivo sólo por mi referencia a ella. Nuestra relación, si es sana y verdadera, nos abre a los otros que nos amplían y enriquecen. El más noble sentido social hoy fácilmente queda anulado detrás de intimismos egoístas con apariencia de relaciones intensas. En cambio, el amor que es auténtico, que ayuda a crecer, y las formas más nobles de la amistad, residen en corazones que se dejan completar. La pareja y el amigo son para abrir el corazón en círculos, para volvernos capaces de salir de nosotros mismos hasta acoger a todos. Los grupos cerrados y las parejas autorreferenciales, que se constituyen en un
62 CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 24.
63 GABRIEL MARCEL, Du refus à l’invocation, ed. NRF, París 1940, 50; cf. ÍD., De la negación a la invocación, en Obras selectas, ed. BAC, Madrid 2004, vol. 2, 41.
64 Ángelus (10 noviembre 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (15 noviembre 2019),
p. 3.
65 Cf. STO. TOMÁS DE AQUINO, Scriptum super Sententiis, lib. 3, dist. 27, q. 1, a. 1, ad 4: «Dicitur amor extasim facere, et fervere, quia quod fervet extra se bullit et exhalat» (se dice que el amor produce éxtasis y efervescencia puesto que lo efervescente bulle fuera de sí y expira).
66 KAROL WOJTYŁA, Amor y responsabilidad, Madrid 1978, 136.
67 KARL RAHNER, S.J., El año litúrgico, Barcelona 1966, 28. Obra original: Kleines Kirchenjahr. Ein Gang durch den Festkreis, ed. Herder, Friburgo 1981, 30.
“nosotros” contra todo el mundo, suelen ser formas idealizadas de egoísmo y de mera autopreservación.
90. Por algo muchas pequeñas poblaciones que sobrevivían en zonas desérticas desarrollaron una generosa capacidad de acogida ante los peregrinos que pasaban, y acuñaron el sagrado deber de la hospitalidad. Lo vivieron también las comunidades monásticas medievales, como se advierte en la Regla de san Benito. Aunque pudiera desestructurar el orden y el silencio de los monasterios, Benito reclamaba que a los pobres y peregrinos se los tratara «con el máximo cuidado y solicitud».68 La hospitalidad es un modo concreto de no privarse de este desafío y de este don que es el encuentro con la humanidad más allá del propio grupo. Aquellas personas percibían que todos los valores que podían cultivar debían estar acompañados por esta capacidad de trascenderse en una apertura a los otros.
El valor único del amor
91. Las personas pueden desarrollar algunas actitudes que presentan como valores morales: fortaleza, sobriedad, laboriosidad y otras virtudes. Pero para orientar adecuadamente los actos de las distintas virtudes morales, es necesario considerar también en qué medida estos realizan un dinamismo de apertura y unión hacia otras personas. Ese dinamismo es la caridad que Dios infunde. De otro modo, quizás tendremos sólo apariencia de virtudes, que serán incapaces de construir la vida en común. Por ello decía santo Tomás de Aquino —citando a san Agustín— que la templanza de una persona avara ni siquiera es virtuosa.69 San Buenaventura, con otras palabras, explicaba que las otras virtudes, sin la caridad, estrictamente no cumplen los mandamientos «como Dios los entiende».70
92. La altura espiritual de una vida humana está marcada por el amor, que es «el criterio para la decisión definitiva sobre la valoración positiva o negativa de una vida humana».71 Sin embargo, hay creyentes que piensan que su grandeza está en la imposición de sus ideologías al resto, o en la defensa violenta de la verdad, o en grandes demostraciones de fortaleza. Todos los creyentes necesitamos reconocer esto: lo primero es el amor, lo que nunca debe estar en riesgo es el amor, el mayor peligro es no amar (cf. 1 Co 13,1-13).
93. En un intento de precisar en qué consiste la experiencia de amar que Dios hace posible con su gracia, santo Tomás de Aquino la explicaba como un movimiento que centra la atención en el otro «considerándolo como uno consigo».72 La atención afectiva que se presta al otro, provoca una orientación a buscar su bien gratuitamente. Todo esto parte de un aprecio, de una valoración, que en definitiva es lo que está detrás de la palabra “caridad”: el ser amado es “caro” para mí, es decir, «es estimado como de alto valor».73 Y «del amor por el cual a uno le es grata la otra persona depende que le dé algo gratis».74
68 Regula, 53, 15: «Pauperum et peregrinorum maxime susceptioni cura sollicite exhibeatur».
69 Cf. Summa Theologiae, II-II, q. 23, art. 7; S. AGUSTÍN, Contra Julianum, 4, 18: PL 44, 748: «De cuántos placeres se privan los avaros para aumentar sus tesoros o por el temor de verlos disminuir».
70 «Secundum acceptionem divinam» (Scriptum super Sententiis, lib. 3, dist. 27, a. 1, q. 1, concl. 4).
71 BENEDICTO XVI, Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 15: AAS 98 (2006), 230.
72 Summa Theologiae II-II, q. 27, art. 2, resp.
73 Ibíd., I-II, q. 26, art. 3, resp.
74 Ibíd., q. 110, art. 1, resp.
94. El amor implica entonces algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos.
68 Regula, 53, 15: «Pauperum et peregrinorum maxime susceptioni cura sollicite exhibeatur».
69 Cf. Summa Theologiae, II-II, q. 23, art. 7; S. AGUSTÍN, Contra Julianum, 4, 18: PL 44, 748: «De cuántos placeres se privan los avaros para aumentar sus tesoros o por el temor de verlos disminuir».
70 «Secundum acceptionem divinam» (Scriptum super Sententiis, lib. 3, dist. 27, a. 1, q. 1, concl. 4).
71 BENEDICTO XVI, Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 15: AAS 98 (2006), 230.
72 Summa Theologiae II-II, q. 27, art. 2, resp.
73 Ibíd., I-II, q. 26, art. 3, resp.
74 Ibíd., q. 110, art. 1, resp.
94. El amor implica entonces algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos.