EDITH NACIÓ EN UNA FAMILIA HUMILDE. POR: EL PADRE PACHO. FRANCISCO GILBERTO ARIAS ESCUDERO, COLUMNISTA INTERNACIONAL WWW.NOTIEJE.COM.

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“Edith Stein”

Edith siempre fue una joven sobresaliente y brillante; nació en el seno de una familia judía, pasando por una etapa de ateísmo. En su formación filosófica tuvo el tutelaje del famoso fundador de la fenomenología, Edmund Husserl, siendo escogida como la mejor estudiante durante el doctorado en la Universidad de Freiburg, incluso por encima del gran Martin Heidegger, considerado el filósofo más grande del siglo XX.

Stein obtuvo el Doctorado en Filosofía con el grado de “Suma Cum Laude”; se ofreció como voluntaria para trabajar en hospitales militares durante la Primera Guerra Mundial, donde obtuvo la medalla de valor en su reconocimiento a su servicio generoso.

El testimonio de muchos cristianos le llevaron a ir socavando su hasta entonces radical ateísmo. Los diálogos con Max Scheler y la lectura de Santa Teresa de Jesús, culminaron la obra que Dios ya había iniciado, recibiendo el bautismo en 1922.

Gran educadora, su enseñanza fue siempre clara y sistemática, con una convicción, la educación no es simplemente la transmisión de unos conocimientos, sino ante todo la formación integral de la persona. Edith continuo sus escritos, visitando las mejores universidades, y destacando el papel y significado de la mujer en la vida contemporánea.

Una santa para los tiempos modernos, resultando especialmente perspicaz en lo que significa hoy el ser mujer. Explica el don único e irremplazable que son las mujeres para el mundo; exaltando en especial su don sublime de la maternidad. Una mujer encuentra su verdadera alegría y satisfacción en hacer primero de su alma algo hermoso; toda mujer que vive a la luz de la eternidad puede cumplir su vocación, que no importa cuál sea, lo que importa es permitir que Dios se parte de ella. En un mundo donde dominan la ciencia y la tecnología, no olvidemos el valioso conocimiento que surge del corazón, solía decir.

Fue expulsada de la universidad de Münster, por sus antecedentes judíos; convencida que, había llegado el tiempo de Dios, a sus 42 años ingresa al convento Carmelita en Cologne, recibiendo su nuevo nombre religioso. Su fascinante vida fue interrumpida prematuramente con su martirio en un campo de exterminio nazi durante la Segunda Guerra Mundial, siendo deportada a Auschwitz con el número 44070, donde murió en la cámara de gas, al lado de muchos otros compañeros judíos, un 9 de agosto de 1942.

Padre Pacho