Propongo que el próximo alcalde de Dosquebradas asuma el reto de merecer el imaginario “Premio a la honestidad pública” y que la Contraloría General de la República, del pereirano Felipe Córdoba, declare el municipio: Observatorio anticorrupción.
Todos queremos saber para dónde va Dosquebradas. A Pereira corresponde el papel del buen hermano, que como mínimo, se preocupar por la suerte de su igual. Todos quisiéramos ver a los alcaldes de Pereira y Dosquebradas trabajar como hermanos por la misma causa. Nunca lo han hecho.
En el debate con los candidatos a la Alcaldía de Dosquebradas organizado por la Universidad Libre y Noticias UnoA, fue evidente que los ciudadanos saben que allí la corrupción se repite una y otra vez por acción, como ocurrió con el robo de dineros sociales; o por omisión, como ocurre desde hace 20 años con el negocio del volteo de tierras, razón por la que Dosquebradas no tiene un POT. Corrupción, incluso en el proceso electoral, con las 4.200 cédulas detectadas por la Registraduría como flagrante trasteo de votos en Dosquebradas. Vergüenza que clama un revolcón.
Dosquebradas necesita un alcalde que convoque una matriz de gobernanza institucional con los sectores empresarial, social y academia. Todos a una para recuperar la ciudad por la vía de la restauración moral salvándola de las costumbres podridas de los últimos años.
Dosquebradas necesita un alcalde comprometido con la historia, no con las mafias “inversionistas” ni secuestrado por los concejales y los contratistas.
Dosquebradas necesita un alcalde que firme un código de buenas prácticas administrativas y un pacto de buen gobierno contra la corrupción. Sencillo: un alcalde con liderazgo efectivo para que no se roben la platica y evite las trampas de la pobreza extrema, construidas por algunos políticos.
Quedó claro en el debate de la Libre, que la bandera de Dosquebradas debería ondear con dignidad y jerarquía en todos los escenarios. Ya veremos si el pueblo se da el gobierno que merece. Por ahí es la cosa.