Columna del Abogado, Escritor y Periodista, Luis Garcia Quiroga

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Los pereiranos tenemos una curva de aprendizaje con el Plan de Ordenamiento Territorial POT muy parecida a lo que suele suceder con el Plan de Desarrollo Municipal, en razón a que ambos tienen en común que cada quien lo quiere acomodado a la medida de sus intereses personales, empresariales o de grupo.

Si hipotéticamente a cada gremio le fuera permitido tener su propio POT, es probable que los principios de solidaridad con el colectivo social así como los supremos intereses de sostenibilidad ambiental y los conceptos técnicos, valdrían un chorizo aunque la realidad fáctica nos esté diciendo que valen un potosí.

La solidaridad, ese descomunal principio que inspiró al filósofo pragmático Richard Rorty, nos enseña que es un inestimable valor que como humanos tenemos para justificar nuestras acciones, nuestras creencias y nuestras vidas. Por supuesto que cuando prevalecen los intereses económicos disfrazados de desarrollo, el valor de la solidaridad con el colectivo social, léase ciudad, es una pendejada de los soñadores.

La sostenibilidad ambiental es para quienes quieren y presionan un POT sastre, solo una palabra de moda en en algún momento, como el reguetón, pasará de moda. Sería cierto si no fuera porque como lo dije en la columna del pasado miercoles, Pereira tiene un compromiso firmado con el BID en el marco de Ciudades Sostenibles.

O que, como dice Adriana Arenas Ilián, el Acuerdo 35 de 2016 de Resignificación de los ríos y quebradas, es un instrumento estratégico de planeación del territorio para asegurar la sostenibilidad de la biodiversidad y en síntesis, el desarrollo integral de Pereira, tal como lo jerarquizó el documento del Sesquicentenario.

Si no fuera así, Pereira estaría sometida al mismo triste destino que ya se observa en Dosquebradas, a donde emigraron los urbanizadores. Allí en esas nuevas áreas urbanizadas empezaron a colapsar los servicios públicos; y la movilidad y el mobiliario urbano son una pena. Y algo similar viene pasando desde hace rato en Cerritos.

Si para la otra orilla las premisas anteriores valen huevo, es obvio el desprecio por los conceptos técnicos que solo tienen valor “cuando me son favorables”. De lo contrario, los planificadores y expertos en desarrollo de ciudades modernas, amables y sostenibles son “enemigos del desarrollo”.

Por eso el POT es un bacalao que la Alcaldía y el Concejo cargan en sus espaldas y que a corto y mediano plazo, algunos interesados quieren poner a freir en el sartén político. El problema solo se resuelve si se hace sentir el compromiso ciudadano de los pereiranos y decidimos qué clase de ciudad le queremos dejar a las futuras generaciones.
garciaquiroga@gmail.com