

La respuesta es precisa: En Pereira, por fortuna, existe cada vez más conciencia por la defensa de un territorio ordenado y sostenible, mientras en Dosquebradas están en pañales y el desorden allí parece un chiste de mal gusto.
El pasado domingo, la arquitecta Claudia Velásquez, Secretaria de Planeación Municipal de Pereira, escribió para EL DIARIO, un sesudo artículo titulado “El sector de la construcción debe estar a la altura de un POT moderno”. Al final del escrito, la funcionaria se pregunta: ¿Está el sector de la construcción de Pereira dispuesto a contribuir con el desarrollo sostenible de la ciudad?
Esa es la pregunta del millón. La palabra “contribuir” que ella usa para plantear un vigoroso reto a nuestro musculoso gremio constructor, es coherente con la “solidaridad” que clamamos aquí el pasado miércoles por un desarrollo sostenible y con calidad de vida. Esa contribución-solidaridad consiste, en esencia, en que el gremio urbanizador abandone el fatídico plan de reincorporar las cinco mil hectáreas que este POT transformó de área suburbana a rural.
Para las futuras generaciones de pereiranos es clave la sostenibilidad ambiental del territorio que ocupamos, y de ello se encargó el POT que el Concejo aprobó en 2015 y que luego de un tropezón jurídico, el actual alcalde Juan Pablo Gallo, en decisión histórica, lo volvió a presentar con algunos ajustes que no modificaron su estructura.
Es histórica porque cuando a un alcalde le da la soberana gana de meter las de caminar, no hay barranco que lo ataje. Enhorabuena, alguien sabiamente aconsejó al Alcalde, que no solo en defensa de su propio interés jurídico ante una inevitable demanda por detrimento patrimonial (altos costos de los estudios previos del POT aprobado, y en virtud de que el fallo del Tribunal fue por asuntos de forma y no de fondo); sino además, porque el alcalde Gallo debía ser coherente con su discurso político.
En tal sentido es bueno recordar, que el entonces candidato Juan Pablo Gallo predicó -y eso no ha cambiado- que la sostenibilidad ambiental de Pereira tiene una evidente amenaza debido a que la proporción de espacio público efectivo es de 1.6 metros cuadrados por habitante, cuando según la ONU deberían ser 9. Por fortuna, hoy Pereira tiene, como bien lo dice la arquitecta Velásquez, un POT de segunda generación a la altura de Bucaramanga y Barranquilla.
El gremio constructor con el apoyo del alcalde Gallo, debería pensar ya, en invertir en proyectos ambiciosos en el amplio suelo de expansión que falta por desarrollar y apostar por la renovación urbana en zonas como Corocito, el deprimido sector del hotel Movich y lo que falta del Plan Parcial San José. En Pereira a todos nos importa el POT.